INTRODUCCIÓN
“Está surgiendo una nueva forma de sociedad ante
nuestros ojos. Y esta sociedad no es
algo ajeno a nosotros. Está aquí, en nuestras vidas personales, en nuestras
emociones, en las ansiedades que enfrentamos todos los días”.
ANTHONY GIDDENS
Hay
pocas cosas sobre las que podemos asegurar que existe un acuerdo generalizado.
La transformación del mundo actual, la certeza del cambio y la sensación de
incertidumbre con respecto al futuro son algunas de ellas.
El
sociólogo Zygmundt Bauman señala que la velocidad de las transformaciones, los
cuestionamientos a las verdades estructurantes en las que nos apoyábamos, los
procesos de destradicionalización e innovación constante, las grandes
modificaciones en las instituciones modernas tradicionales(trabajo, familia,
pareja, género, Iglesia, democracia, Estado, sociedad civil, partidos
políticos, etc.) y el culto a la individualidad están haciendo tambalear las
certezas que sostenían las razones de nuestra vida cotidiana[1],
socavando su estabilidad e impactando en la manera de vivir y de pensar el
futuro.
Es
preciso destacar que estos cambios se vienen produciendo desde el siglo pasado,
especialmente desde la segunda mitad. Como dice el historiador Eric Hobsbawm
(1999:18) en su libro Historia del Siglo XX, “ese período fue el de mayor
trascendencia histórica de la centuria, porque en él se registró una serie de
cambios profundos e irreversibles para la vida humana de todo el planeta”.
Empezando por el fin de la Segunda Guerra Mundial, recordemos la consolidación
y el desmoronamiento del mundo bipolar (comunismo versus capitalismo); los
ciclos de crecimiento económico y la depresión; “la muerte del campesinado”[2], la consiguiente
urbanización y revolución en el transporte público; el auge de las profesiones
que requerían estudios secundarios, terciarios y universitarios; el crecimiento
y aumento de la enseñanza superior, la nueva conciencia femenina y la inclusión
de la mujer en la universidad y en el mercado de trabajo [3]las variaciones en las
configuraciones familiares; el auge de una cultura específicamente juvenil; el
desarrollo del mercado de consumo masivo, la moda, la industria discográfica,
la televisión, las tecnologías electrónicas, etc. Es decir, el rol del Estado,
del mercado y de las distintas instituciones sociales fue cambiando y, de su
mano, las pautas de organización, la jerarquía de valores, los modelos de
referencia, los deseos y las expectativas tanto de los individuos como de las
comunidades en su conjunto.[4]
Aún
encontrando líneas de continuidad para las características del mundo actual en
un tiempo histórico más largo, podríamos hablar de un nuevo tipo de modernidad.
Para Bauman (2002), la época actual puede definirse como una “modernidad
líquida”, en la que el poder y el dinero fluyen, se mueven, se escurren, y se
necesitan de un mundo libre de trabas, barreras, fronteras fortificadas y
controles. En oposición a ella, lo que el autor llama la “modernidad sólida”,
ya desaparecida, se edifica sobre la ilusión de que el cambio acarrearía una
solución permanente, estable y definitiva de los problemas. El cambio se
entendía como el paso de un estado imperfecto a uno perfecto, y el proceso de
modernización se realizaba una vez y para no cambiar más. La modernidad líquida
tiene otra concepción: el cambio y la innovación se realizan permanentemente.
Bauman ejemplifica la diferencia de ambas configuraciones comparando dos
personajes representativos de cada uno de estos momentos socio históricos y
culturales:
“Es
comprensible que Rockefeller haya querido que sus fábricas, ferrocarriles y
pozos petroleros fueran grandes y robustos, para poseerlos durante mucho, mucho
tiempo (para toda la eternidad, si medimos el tiempo según la duración de la
vida humana o de la familia). Sin embargo, Bill Gates se separa sin pena de
posesiones que ayer lo enorgullecían: hoy lo que da ganancias es la
desenfrenada velocidad de circulación, reciclado, envejecimiento, descarte y
reemplazo- no durabilidad ni la duradera confiabilidad del producto-“.
Ambos
casos ilustran en historias personales los procesos macrosocilaes y sus
respectivas cosmovisiones. Pero es necesario comprender- como señala Hobsbawm
(1999:13)- que la reflexión sobre este mundo complejo tiene también para todos
y cada uno de nosotros en tanto adultos una inevitable dimensión
autiobiográfica.
“Hablamos
como hombres y mujeres y un lugar concretos, que han participado en su historia
en forma diversas, y hablamos, también, como actores que han intervenido en sus
dramas- por insignificante que haya sido nuestro papel-, como observadores de
nuestra época y como individuos cuyas opiniones acerca del siglo han sido
formadas por los que consideramos acontecimientos cruciales del mismo. Somos
parte de este siglo, que es parte de nosotros”.
Lo
que se quiere decir, es que, al ser contemporáneos de los acontecimientos
sociales, políticos, culturales, económicos y educativos que intentamos
comprender, se colarán en nuestras interpretaciones, la historia personal y las
marcas que las situaciones nos han dejado como experiencia. En los modos de
reflexionar y conocer el mundo estará siempre nuestra subjetividad, que más que
una fuente de error es condición de posibilidad del conocimiento. La siempre
pretendida objetividad es imposible. Y el punto de vista, ineludible. De allí
que resulte necesario tener una cierta vigilancia sobre ello. Pensar en el
mundo, repensar el lugar de la escuela en el nuevo contexto socioeconómico
mundial y local implica dialogar con otros sentidos sobre el mundo. Nuevos
sentidos que entrarán en juego en numerosas interacciones con los jóvenes en la
escuela y fuera de ella.
Reconocer
nuestro posicionamiento no constituye un relativismo ético individualista. Es
importante entender que la relación sujeto-objeto se da en los contextos de
práctica y en dimensión activa del conocimiento. No se trata de sacralizar el
sentido común. Pues este “es un mecanismo engañoso que obtura el conocimiento;
instala al sujeto en una supuesta objetividad y le impide advertir indicios de
cambio o de anomalía en la interpretación de lo real”. Es como “si de las
señales del entorno, sólo retuviéramos aquellas que concuerdan con nuestro
conocimiento, confirman nuestras convicciones, justifican nuestras (in)
acciones y coinciden con nuestro imaginario”.
ALGUNOS RASGOS DEL MUNDO CONTEMPORÁNEO
·
Desarrollo tecnológico
en base al procesamiento digital de la información.
·
La oferta creciente de
productos y servicios de telecomunicaciones.
·
Las diferencias
generacionales en torno a la apropiación de las nuevas tecnologías, e incluso
la sensación de que niños, jóvenes y adultos hablamos distintos idiomas.
·
El alejamiento
generacional entre padres e hijos, docentes y alumnos, abuelos y nietos, suele
hacerse evidente en usos del lenguaje, consumos culturales y percepciones del
mundo marcadamente diferenciados.
Es
necesario destacar que las brechas generacionales no son exclusivas de este
tiempo. En realidad, se puede decir que las grandes transformaciones del siglo
XX marcaron importantes diferencias generacionales. La juventud como la
conocemos hoy es una invención de la posguerra. Es que, a partir de la segunda
mitad del siglo XX se reivindicó la existencia de los niños y los jóvenes como
sujetos de derechos, y, especialmente, en el caso de los jóvenes, como sujetos
de consumo. También en la posguerra emerge una poderosa industria cultural que
definió a los jóvenes como destinatarios de su oferta.
Según
Hobsbawm (1999:331), la cultura juvenil se convirtió en la matriz de la
revolución cultural del siglo XX, visible en los comportamientos y
costumbres-pero sobre todo en el modo de disponer el ocio-, que pasó a configurar cada vez más el ambiente que respiraban
los hombres y mujeres urbanos.
Entonces
las diferencias generacionales ya eran notorias, así como la percepción de que
la sociedad estaba experimentando un nuevo momento cultural, en el que el
pasado y presente se reconfiguraban a
partir de un futuro incierto. En los años setenta, la antropóloga Margaret Mead
decía que eran los jóvenes los actores mejor preparados para asumir la
irreversibilidad de los cambios operados por la mundialización, el desarrollo
iconológico y la internalización de la sociedad:
“Nuestro
pensamiento nos ata todavía al pasado, al mundo tal como existía en la época de
nuestra infancia y juventud, nacidos y criados antes de la revolución
electrónica, la mayoría de nosotros no entiende lo ésta significa. Los jóvenes
de la nueva generación nacida en un país nuevo. Debemos aprender junto con los
jóvenes la forma de dar los próximos pasos. Pero para proceder así, debemos
reubicar el futuro. A juicio de los occidentales, el futuro está delante de
nosotros. A juicio, de muchos pueblos de Oceanía, el futuro reside atrás, no
adelante. Para construir una cultura en la que el pasado sea útil y no
coactivo, debemos ubicar el futuro entre nosotros, como algo que está aquí
listo para que lo ayudemos y protejamos antes de que nazca, porque de lo
contrario, será demasiado tarde”.[5]
En
estos días, y sobre todo como resultado del avance de las TIC, la escuela ya no es el canal privilegiado mediante el cual las
nuevas generaciones entran en contacto con la información o se insertan en el
mundo. Los niños y jóvenes tienen conocimientos y destrezas que aprendieron sin
intervención de los adultos. Por su parte, la vida de la mayor parte de los
adultos de la actualidad ha transcurrido en un entorno social y tecnológico
totalmente distinto. En ese entorno, las instituciones “familia” y “escuela”
mantenían una unicidad de discurso, la autoridad se construía verticalmente y
las prácticas de consumo alrededor de las tecnologías de la comunicación se
daban en un contexto de fuerte mediación adulta. Con el avance de las décadas,
entonces, son las mismas configuraciones de poder entre las generaciones lo que
cambia: las decisiones sobre los distintos aspectos de la vida no se imparten
ni se obedecen del mismo modo, los saberes no se adquieren ni jerarquizan de la
misma manera.
En
este sentido el sociólogo Emilio Tenti Fanfani (2000) afirma que los cambios en
los equilibrios de poder entre los niños y jóvenes y los adultos constituyen
uno de los factores que ponen en crisis los viejos dispositivos que organizaban
la vida de las instituciones escolares.[6]
Es
que la escuela tenía voz legítima y exclusiva tanto para definir cuáles eran
los conocimientos valiosos para la sociedad como quiénes eran los que,
poseyéndolos, podían transmitirlos.
Queda
en claro, entonces que cuando nos preguntamos por las relaciones entre miembros
de distintas generaciones ya no nos referimos sólo a las interacciones de
personas de edades diversas. La idea de generación no puede pensarse como una
categoría exclusivamente biológica, debe ser también considerada cultural.
Dice
Tenti Fanfani (2000), mientras el programa escolar mantiene huellas del momento
fundacional (homogeneidad, sistematicidad, continuidad, coherencia, orden y
secuencia únicos, etc.), las nuevas generaciones son portadoras de culturas
diversas, fragmentadas. Abiertas, flexibles, móviles, inestables, etc. La
experiencia escolar se convierte a menudo en una frontera donde se encuentran y
enfrentan diversos universos culturales.
A
partir de los años cincuenta, cobró fuerza la revolución científico-técnica y
se conformó el sistema ciencia-tecnología-producción, vinculando estrechamente
los avances en cada uno de los campos. La producción científica y tecnológica
intensiva en los laboratorios de las empresas es una de las características de
la sociedad de nuestro tiempo.
Como
explica el sociólogo Manuel Castells 81995), la información se ha convertido en
insumo y factor principal en la reestructuración de los procesos productivos.
Se trata de una nueva lógica de crecimiento y acumulación capital. Según el
autor, “la generación, el procesamiento y la transmisión de la información se
convierten en las principales fuentes de productividad y de poder”.
En
este campo, el conocimiento en insumo clave para la competitividad. Así, desde
el sistema productivo se pone en circulación la noción de conocimiento
competitivo, que tiene ciertas características asociadas al mundo laboral.
En
este contexto, las escuelas y universidades dejan de ser los únicos centros de
progreso científico y los únicos que controlan la distribución del saber
social. Su capital-conocimiento compite con el capital-conocimiento generado
autónomamente por el sistema industrial, el financiero, el empresarial y el
militar, que han desarrollado sus propios centros de investigación y
divulgación.
Se
configura así un nuevo mapa de oficios y profesiones promovidos por las nuevas
formas de producir, comunicar y gestionar el conocimiento, ligado tanto a la
alfabetización para el mundo laboral
como a la necesidad de condecirse con los nuevos modelos empresariales. Todo
ello, entonces, se traduce en demandas muy precisas al sistema educativo en
todos sus niveles. Se pide modificar orientaciones y contenidos en función de
la formación para el trabajo, e incrementar los niveles de calidad. Algunas
tendencias de cambio impactan en la forma en que el proceso educativo es
pensado y organizado, marcando la orientación de los perfiles institucionales y
de egresados. Entre estas tendencias, la incorporación de tecnologías de la
información y la comunicación ocupa un lugar central desde hace algunas
décadas, promoviendo fuertes debates en torno a su modo y objetivos de
inserción. Las discusiones acerca de la necesidad de incorporar las Tic como materia
separada o como contenido transversal, el énfasis puesto en los aspectos más
instrumentales o más críticos en cuanto a la formación del alumnado, las metas
alineadas con la formación para el trabajo o la formación ciudadana, las
visiones centradas en el uso de lo informático o aquellas que hacen mayor
énfasis en la multimedia son respuesta a la relación escuela-conocimiento,
según las distintas demandas, que tienen un fuerte impacto en las propuestas de
enseñanza. En la actualidad existe un cierto consenso sobre la necesidad de que
la escuela forme en las TIC pensando en el desarrollo de competencias y la
promoción del aprendizaje continuo con inclusiones que aporten a la integración
de modalidades.
Sin
embrago, más allá de la descentralización de los lugares productores de lo que
se considera la ciencia aplicada, es importante recordar siempre que las
personas que allí trabajan, pertenecientes a distintos campos del saber, se han
formado y se siguen formando en el sistema educativo.
De
este modo, en el trabajo cotidiano con TIC en la escuela, comienza a resultar
necesario pasar de la noción de “sociedad de información” basada en las
tecnologías de la información y el intercambio a escala mundial, a una
“sociedad de conocimiento” que, contrariamente a la representación globalizante
inducida por la primera, como señala Armand Mattelart (2006), pone de relieve
la diversidad de los modos de apropiación culturales, políticos y económicos de
la información y de los conocimientos por parte de cada sociedad.
Jesús
Martín Barbero (2002), al igual que Mattelart, especialista en temas de
comunicación y cultura resalta:
“Nuestras
sociedades son, al mismo tiempo, sociedades del desconocimiento, esto es del no
reconocimiento de la pluralidad de saberes y competencias culturales que,
siendo compartidas por la mayorías populares o las minorías indígenas o
regionales, no están siendo incorporadas como tales ni a los mapas de la
sociedad ni siquiera a los sistemas educativos. Pero la subordinación de
saberes orales y visuales sufren actualmente una erosión creciente e imprevista
que se origina en los nuevos modos de producción de saberes y nuevas escrituras
que emergen a través de las nuevas tecnicidades, y especialmente del computador
e Internet”.
Otro
tema es el de la globalización económica, las migraciones y los distintos
motivos y formas de la circulación de la población en el mundo. Esto recuerda,
también, las desigualdades entre países-y en el interior de ellos-[7], así como las vicisitudes
para armar una nueva vida en un lugar diferente al del origen, los conflictos
sociales, culturales y de convivencia que esto genera.
Las
TIC, gracias a la velocidad de
procesamiento y transmisión y a su conexión de redes en todo el mundo, han
cambiado las concepciones de espacio y tiempo. Se habla del espacio de flujos
que comprime el tiempo hasta convertirlo en presente continuo y comprime el
espacio hasta desaparecer las distancias terrestres. Además de ayudar a
mantener el vínculo entre familiares y amigos, la red digital interactiva
conecta lugares distantes con sus características socioculturales distintivas y
pone en contacto varios modos de comunicación. El uso de las TIC refuerza sentimientos de
pertenecía, a través de la página web, el correo electrónico o los canales de
chat; es una manera de ampliar lazos sociales y culturales fuera del barrio, la
ciudad o el país.
Es
importante tener en cuenta, tal como señala Martín Barbero (2002), que los
procesos de globalización económica e informacional están reavivando la
cuestión de las identidades culturales-étnicas, raciales, locales, regionales,
hasta convertirlas en una dimensión protagónica de muchos de los más feroces
conflictos internacionales de los últimos años, al tiempo que esas mismas
identidades, más las de género y edad, están reconfigurando la fuerza y el
sentido de los lazos sociales y las posibilidades de convivencia en lo nacional
y lo local. Martín Barbero agrega que lo que la revolución tecnológica de este
fin de siglo introduce en nuestras sociedades no es tanto una cantidad de
nuevas máquinas sino un nuevo modo de
relación entre los procesos simbólicos que constituyen lo cultural.
El
sociólogo Dominique Wolton (1999, 2006) enfatiza la comprensión entre las
culturas, los sistemas simbólicos y políticos, las religiones y las tradiciones
filosóficas no se logra simplemente acelerando el intercambio de mensajes.
Informar, expresar o transmitir ya no alcanza para crear una comunicación. Para
el autor, la “victoria de la comunicación” viene acompañada de un cambio en su
condición. Es menos un proceso, con un comienzo y un final- al modo de un
mensaje que va de un emisor a alguien que recibe-, que en un desafío de
mediación, un espacio de convivencia, un dispositivo que apunta a amortizar el
encuentro con varias lógicas que conviven en la sociedad abierta.
En
este contexto el rol que asuman las propuestas de enseñanza en torno las TIC
resulta fundamental. Por una parte, porque tienen la posibilidad de seguir
ampliando los límites del aula desde el aula. Por otra parte, porque en el
mundo que pone en contacto a personas de diversos lugares, aprender a
comunicarse con sensibilidad hacia los otros (expresarse, escuchar, dialogar,
comprender, intercambiar, lograr acuerdos, cooperar, resolver conflictos con
comprensión mutua, respeto y solidaridad). Es crucial para la formación ética y
democrática de los ciudadanos del siglo XXI.
LA ESCUELA Y LOS DOCENTES EN UN MUNDO DE
CAMBIOS.
El
especialista en educación Andy Heargraves señala que la docencia, en la
actualidad es una profesión que sufre la tensión de dos fuerzas, entre otras.
Por un lado, se espera que los docentes sean capaces de conducir un proceso de
aprendizaje que permita el desarrollo de las capacidades de innovación, la
flexibilidad, el compromiso, y, en este sentido, constituirse en impulsores o
promotores de la sociedad de la información y del conocimiento y de todas las
oportunidades que promete. Por otro, se espera que los docentes y la
escuela mitiguen y contrarresten
problemas de nuestro tiempo, como las profundas desigualdades económicas y en
el acceso a bienes simbólicos, el excesivo consumismo y la pérdida del sentido
de pertenecía comunitaria.
La
integración de las TIC en la
enseñanza puede generar nuevas presiones en el desarrollo de las tareas
habituales de un docente y en sus modos de enseñar. Trabajar con tecnologías
audiovisuales e informáticas exige adquirir nuevos saberes, ir más allá de la
propia disciplina que se está enseñando y mantenerse actualizado; así como
ofrecer, en la enseñanza de las asignaturas, abordajes coherentes con los
cambios que las nuevas tecnologías provocan en condiciones de producción
científica, y pertinentes en relación a los problemas globales. Implica
reflexionar sobre las propias prácticas y diseñar los espacios y los tiempos en
que se desarrollará la enseñanza.
“El
transcurso del progreso educativo se parece más al vuelo de una mariposa que a
la trayectoria de una bala”, es la metáfora con la que el especialista en
educación Phillipe Jackson 81998) describe la actividad en las aulas y alude a
las situaciones imprevistas, únicas, inestables e indeterminadas en las que es
necesario improvisar. También sucederá esto con las TIC. Aquí, la pericia, la creatividad y la sensibilidad- todas
facetas de la intuición-, equilibrando las fuerzas de la razón, la reflexión y
la explicación, será, una valiosa fuente a recuperar para orientar la tarea del
docente.[8]
Los
cambios culturales corren a una velocidad diferente a las innovaciones
tecnológicas. Lo mismo ocurre con la formación docente y las prácticas
pedagógicas. Lo importante es emprender el camino a la exploración y la experimentación
para la incorporación de las nuevas tecnologías con la claridad de que estas no
son un fin en sí mismas, sino medios y
formas más pulidas, refinadas, de comprensión. Tener en mente este objetivo
permitirá eludir la pirotecnia, el efectismo y los estragos de lo que Gastón
Bachelard denomina “interés impuro” o los falsos centros de interés que
distraen al estudiante del conocimiento genuino.
En
el contexto de incorporación de las nuevas tecnologías en las aulas, las
preguntas fundamentales al momento de pensara una propuesta de enseñanza
permanecen: ¿porqué, para qué, y qué enseñar?, ¿cómo organizar la enseñanza?,
¿qué y cómo evaluar? ¿De qué modo debemos educar para mejorar la condición
humana? Apuntamos siempre a tomar decisiones fundamentales y coherentes y a
planificar, entendiendo que esto funciona, como dice Pierre Bourdieu (1997),
como un “marco” y no como una “horca2. Abiertas, flexibles, revisables, las
planificaciones deben funcionar como guías de trabajo, ya que son, en palabras
de Dino Salinas Fernández (1994), “hipótesis que se ponen a prueba”,
especialmente cuando para el docente la utilización de TIC es algo novedoso.
¿Qué debe ser la escuela en el siglo XXI?
- El papel de la sociología de la educación en la formación del
profesorado.
- Una valoración de la educación para la ciudadanía.
1.
¿QUÉ DEBE SER LA ESCUELA EN EL SIGLO XXI?
Nos adentramos en una época en la
que, debido a la rapidez y profundidad de los cambios sociales, los alumnos
precisan mucho más que la mera adquisición de conocimientos. Necesitan, sobre
todo, una actitud crítica y reflexiva ante aquellos, la capacidad de recrearlos
y superarlos. Este sería el significado del tan citado lema de aprender a
aprender. Como trabajador, fundamentalmente, pero asimismo como ciudadano, como
consumidor, como protagonista de cualquier relación social, el individuo ha de
ser capaz de percibir, interpretar y asimilar situaciones nuevas, saber
adaptarse o responder de manera activa ante ellas; en definitiva, ha de tener
flexibilidad.
Estamos en un contexto en el que los
conocimientos científicos crecen exponencialmente, en el que las tecnologías de
hoy quedarán obsoletas en poco tiempo, en el que lo previsible es que la gente
cambie de empleo varias veces a lo largo de su vida o que el contenido de un
mismo empleo se modifique sustancialmente en pocos años, en el que ni siquiera
sabemos qué empleos van a existir en el futuro más inmediato. No obstante
permanece válido aunque deba ser objeto de las necesarias reinterpretaciones el
valor supremo de los seres humanos y la afirmación de su dignidad y derechos,
que llamamos ciudadanía.
Nuestro mundo se enfrenta a desafíos
inesperados que requieren respuestas creativas y fundamentadas por parte de
todos.
En un escenario como este el
profesor no puede seguir siendo un mero transmisor de conocimientos. Se
necesita un profesor capaz de provocar situaciones de aprendizaje, de coordinar
las inquietudes cognitivas de los alumnos, de favorecer aprendizajes autónomos,
así como de construir la experiencia escolar hacia la formación de ciudadanía.
Una escuela que se limita a resolver problemas ya resueltos de antemano está
condenada a la desaparición.
Históricamente,
las fuerzas socialmente hegemónicas, de predomino conservador, han potenciado
la preparación cultural en la formación del profesorado, asegurando con los
conocimientos escolares la transmisión ideológica, relegando así la profesionalidad.
Sin embargo, las fuerzas progresistas han buscado que el profesorado dispusiese
de la metodología que le permita saber cómo enseñar, así como de los
instrumentos de la autonomía técnica propia de las profesiones. En ese sentido
de reforzar su carácter profesional, es en el que se debe alargar el tiempo de
formación del profesorado.
Se necesitan centros los que lo
adaptasen a las características del entorno, del tipo de alumnos que
escolariza.
Pero, se quiera o no, la compleja y conflictiva realidad social de la
escuela, hace imprescindible contar con la sociología, que parte del carácter social de los
procesos de aprendizaje, sustrayéndolos del terreno meramente individual y
estableciendo las dimensiones sociales del conocimiento y sus métodos de
transmisión. Además, aunque quizás no puede aportar un conocimiento de receta,
ayuda a cuestionar críticamente los conceptos aportados por otras disciplinas
al tiempo que es imprescindible para enmarcar adecuadamente las acciones y los
problemas educativos.
La
elaboración de un proyecto educativo requiere de un profesorado dispuesto a
dejarse empapar por el entorno, a implicarse con él desde una actitud de
servicio público. Además, exige que este profesorado disponga de un
mínimo de conocimientos de sociología que le capacite para el análisis de la
estructura social circundante.
Esta propuesta no nos debe hacer
caer en el error de que la sociología analizaría el contexto, lo social, lo de fuera: como si la escuela, en sí misma, no fuera la sociedad o un
microcosmos social. Lo social está dentro de la escuela, pero está oculto tras
la ideología dominante según la cual la institución escolar sería un mero
reflejo imparcial de los méritos de cada individuo. Una escuela para todos debe
partir de que la cultura que transmite
ni es neutra ni ha de ser necesariamente la mejor posible.
Una escuela democrática debe
potenciar, sin lugar a dudas, los mecanismos de participación colectiva, muy
especialmente, el consejo escolar de centro, el cual debe superar su actual
concepción como una
especie de parlamento en miniatura; en el que, como ocurre en la sociedad
política, el padre o el alumno que deposita su voto, entrega un cheque en
blanco a sus representantes a los cuales rara vez pedirá cuentas. Frente a ello y aunque
carecemos de análisis que nos indiquen qué ha funcionado bien o mal en los
consejos escolares (cómo y por qué el profesorado se ha manifestado hacia las
competencias de padres y alumnos; cuáles y por qué han sido los niveles de
participación; o por qué hay tantos centros sin profesores candidatos a los
órganos de gestión; etc.) existen instrumentos ciertos que podrían trabajar en
esa dirección.
2.
LA SOCIOLOGÍA EN LA FORMACIÓN DEL PROFESORADO.
Al igual que ocurre con asignaturas como la psicología, la antropología, la filosofía y
otras formativas e instrumentales, la sociología no es una materia que,
de acuerdo con los actuales programas, el futuro maestro o profesor haya de
impartir como tal en su labor docente. Se trata de un área de conocimiento que
ha de suministrar una perspectiva, una manera de entender el funcionamiento de
la educación, lo que tendrá su incidencia en la manera concreta de ser
profesor, que es lo que se pretende.
Los problemas escolares son
problemas sociales. El conocimiento de qué y cómo es la sociedad, así como la
comprensión del cambio social, no se produce de manera espontánea, sino que
exige el recurso a un saber científico y especializado como es la Sociología y
en este caso la Sociología de la Educación.
Hasta ahora la presencia de la sociología de la educación
en la formación del futuro profesorado ha sido más bien escasa. hay que
coincidir en que la sociología de la educación debe superar su actual presencia en la formación
del profesorado, tanto de primaria como
de secundaria. Sólo con el incremento de la presencia de la sociología
en la formación inicial y permanente de
los futuros maestros y profesores podrían afrontarse los contenidos que más
abajo se exponen.
a) Competencias
en relación al saber sociológico:
- La
educación como hecho social.
- La
globalización y su problemática
- La
sociedad del conocimiento.
- La
polarización económica, las desigualdades y las clases sociales. la
segmentación
- La
inmigración.
- El
género.
- El
estado y la educación.
- Las
comunidades y los hábitats, escuela-comunidad-medio social, escuelas y
redes sociales.
- Medios
de comunicación.
- Políticas
sociales.
- Cambio
social y nuevos roles del alumnado y del profesorado.
b)
Competencias en relación al saber hacer sociológico:
- Capacitación
para la elaboración de un proyecto de centro y adecuación de la enseñanza
a la diversidad de los grupos, en relación con su entorno concreto. Se proponen en este apartado
temas cuya dinámica e interés reside en una aproximación práctica a cada
realidad social.
- Capacitación
en talleres de metodología, búsqueda y análisis de datos e información que
posibiliten el acceso a las herramientas metodológicas para el diseño de
proyectos educativos: uso de datos estadísticos, así como fuentes
demográficas sobre el medio (padrón, censo, etc.), de fuentes
territoriales, de información local,
de bases de datos de servicios sociales. Las minorías y su conocimiento (gitanos, inmigrantes
por etnias y nacionalidades) y fuentes de información de esas minorías. Recursos existentes en el medio:
padres y madres y sus asociaciones,
empresas y su actividad, asociaciones y su dedicación; técnicas de
producción de datos para una encuesta, entrevista o reunión, grupo de
discusión, etc.
- Capacitación para la acción educativa. Introducción
de la comprensión del hecho social en los contenidos formativos
disciplinares y del cambio de contexto social y cultural de los
estudiantes y del mundo en el que les tocará vivir.
c)
Competencias en relación al saber estar social:
- Ser
maestro-profesor en una sociedad en cambio.
- Ser
agente de formación en una comunidad.
- Ser
miembro de un equipo de formación en una institución escolar.
- Capacitación
para la comprensión y el análisis crítico del entorno social y cultural.
- Capacitación
para la comprensión y el análisis crítico del entorno institucional
escolar.
- Capacitación
para la comprensión y el análisis crítico de la acción colectiva.
En consonancia con lo que se
planteaba en el párrafo anterior entendemos que la práctica no debe limitarse a
tareas en el aula o en el centro, sino que también debiera incluir participar
en el conocimiento del entorno, el contacto con las familias, con las
instituciones más próximas, el desarrollo del proyecto educativo.
Por otro lado, no cabe perder de
vista que el futuro maestro
seguramente podrá cumplir su oficio en otros ámbitos más allá de la
escuela formal. Se trataría de no perder de vista las emergentes mutaciones de la escuela de las que empezamos ya a detectar síntomas.
seguramente podrá cumplir su oficio en otros ámbitos más allá de la
escuela formal. Se trataría de no perder de vista las emergentes mutaciones de la escuela de las que empezamos ya a detectar síntomas.
- EDUCACIÓN
PARA LA CIUDADANÍA.
La vida del aula y de los centros
debiera ser un ejercicio diario del despliegue de los valores y del desarrollo
de la democracia. Tanto los valores (solidaridad, responsabilidad, tolerancia,
sentido de la justicia) como la democracia no se enseñan sino que se practican.
Si queremos una ciudadanía crítica, responsable (la negación del idiota de la Grecia clásica) no queda
más remedio que democratizar la vida de las aulas. Democratizar significa
interrogarse sobre los contenidos escolares y la forma de su transmisión,
quiere decir que el alumnado ha de saber por qué son legítimos e
imprescindibles los saberes escolares (por qué son relevantes, quién los ha
elaborado, desde qué otras perspectivas se pueden contemplar) y que las aulas
han de fomentar que se oiga la voz de los alumnos y las alumnas (enseñar
consiste más en saber escuchar que en hablar). En definitiva, hay que conceder
derechos de ciudadanía a los alumnos y las alumnas dentro de las aulas si
queremos que tomen las riendas de su propio aprendizaje.
La escuela –y no solo la pública- ha
de ser el lugar donde se conozca y encuentre al otro, al que es distinto de mí
(al que pertenece a una minoría étnica o al grupo étnico mayoritario, al que
vive en la opulencia y al que lo hace en la indigencia, al que tiene
determinadas creencias religiosas o carece de ellas, etc.). Esto no es solo una
fuente de enriquecimiento personal, sino que forma parte inexcusable de la
cohesión social que el sistema educativo ha de construir.
La
escuela debe estar estructurada en torno a los valores y ser ella misma una
institución democrática. En este sentido, la evaluación de los centros, su
disposición a ser escudriñados, debería formar parte de la cotidianidad de la
escuela.
Comentarios
sobre las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Alumnos de
distintos profesorados
* Actualmente se
implementan muchos medios y tecnologías en los procesos de
enseñanza-aprendizaje. A los maestros que los usan les sugeriría que, junto con
sus estudiantes, pensaran en vivenciar una cultura de responsabilidad y
autonomía en el desarrollo del autoaprendizaje que demandan estas tecnologías.
Además, tener mucho cuidado de no caer en la desinformación o información
errada ni en la deshumanización.
* Nuestros docentes no deben convertirse en observadores pasivos de las transformaciones del entorno (social, cultural y natural) ni de los avances científicos y tecnológicos. Deben estar en constante actualización en el uso de las nuevas tecnologías, para que puedan innovar y transformar su desempeño en el aula de clase garantizando también nuestro aprendizaje.
* Nuestros docentes no deben convertirse en observadores pasivos de las transformaciones del entorno (social, cultural y natural) ni de los avances científicos y tecnológicos. Deben estar en constante actualización en el uso de las nuevas tecnologías, para que puedan innovar y transformar su desempeño en el aula de clase garantizando también nuestro aprendizaje.
Los
docentes requieren el apoyo de sus establecimientos educativos y de las
secretarías de Educación, para aplicar en sus prácticas pedagógicas las nuevas
concepciones implícitas en los desarrollos tecnológicos. Ya he expresado que
las secretarías deberán revisar sus criterios de inversión y de apoyo en
recursos a los establecimientos educativos, así como también sus criterios de
formación y capacitación docente. Así se garantizará que los docentes pasen
definitivamente al paradigma pedagógico que reclaman los nuevos tiempos:
prácticas pedagógicas apoyadas en los recursos tecnológicos contemporáneos. De
nada sirve que los docentes se capaciten en nuevas tecnologías, si la infraestructura
física y de recursos de sus instituciones no les permite aplicarlas, al igual
que es inocua la modernización de la infraestructura física y de dotación de
planteles escolares, si no se acompaña de formación, capacitación y
actualización del talento humano de los docentes. Es deseable, que sus procesos
de capacitación en el uso de las nuevas tecnologías les permitan utilizar y
administrar los dispositivos tecnológicos para apoyar su labor pedagógica y
crear y diseñar esos dispositivos tecnológicos en función de las estructuras
curriculares que se introduzcan en los proyectos educativos.
Cuando mencionamos la necesidad de
una educación para el siglo XXI, nos referimos a una educación integral, capaz
de promover en los estudiantes un conjunto de logros y saberes tales como las
habilidades, el conocimiento y las competencias necesarias para tener éxito
tanto en la vida personal como en el trabajo, en el presente Siglo, como son:
- Asignaturas
curriculares básicas y temas del siglo XXI.
- Competencias
de aprendizaje e innovación.
- Competencia
en manejo de información, medios y tecnologías de la información y la
comunicación TIC.
- Habilidades
para la vida personal y profesional.
En cuanto a los logros relacionados
con el manejo de información y TIC, estos hacen referencia a las competencias
en manejo de información (uso eficiente, análisis y evaluación de la
información), alfabetización en medios (análisis, interpretación,) competencia
en TIC (acceder, manejar, integrar, evaluar y generar información, y utilización
como herramienta).
Para que los alumnos logren estas
habilidades, conocimientos y competencias, será necesario contar con docentes
capacitados, que posean las competencias y conocimientos necesarios para guiar
el aprendizaje que han de construir los alumnos. En relación a las competencias
docentes para el siglo XXI la UNESCO presentó, el 8 de enero de 2008, en
Londres, las normas para que los docentes utilicen las tecnologías de la
comunicación y la información (TIC) con miras a mejorar la educación.
Estas normas sobre competencias en
TIC para docentes, al igual que los logros para los estudiantes, se basan en el
fomento de capacidades humanas -nociones básicas de tecnología,
profundización de conocimientos y creación de
conocimientos-, y abordan los 6 componentes del sistema educativo:
política, plan de estudios, pedagogía, TIC, organización y formación de
docentes.
Capacidades
Las nociones básicas de
tecnología tienen como objetivo preparar a educandos, ciudadanos y
trabajadores para que sean capaces de comprender las nuevas tecnologías y
puedan así prestar apoyo al desarrollo social y mejorar la productividad
económica.
Para cumplir este objetivo, será
necesario que los docentes sean capaces de:
- saber
dónde, cuándo y cómo se debe utilizar -o no utilizar- la tecnología en las
actividades y presentaciones efectuadas en las aulas;
- conocer
el funcionamiento básico del "hardware" y del
"software", así como las aplicaciones de actividad, un
navegador, un programa de comunicaciones, un programa de presentación y
aplicaciones de gestión.
El enfoque relativo a la profundización
de conocimientos refiere a incrementar la capacidad de los
estudiantes, ciudadanos y trabajadores para añadir valor a la sociedad y la
economía, aplicando los conocimientos de las disciplinas escolares con vistas a
resolver problemas complejos y sumamente prioritarios con los que se tropieza
en situaciones que se dan realmente en el trabajo, la sociedad y la vida.
Para ello, se espera que los
docentes:
- sean
capaces de estructurar las tareas, guiar la comprensión de los estudiantes
y apoyar los proyectos que los estudiantes realizan en colaboración. Para
desempeñar este papel, los docentes deben tener competencias que les
permitan ayudar a los estudiantes a elaborar, aplicar y supervisar planes
de proyectos y soluciones;
- conozcan
toda una serie de aplicaciones e instrumentos específicos y tienen que ser
capaces de utilizarlos con flexibilidad en diferentes situaciones basadas
en problemas y proyectos. Los docentes tienen que ser capaces de utilizar
redes de recursos para ayudar a los estudiantes a colaborar, acceder a la
información y comunicar con expertos externos, a fin de analizar y
resolver los problemas que se hayan escogido. Los docentes también tendrán
que saber utilizar las TIC para crear y supervisar los planes de proyectos
de los estudiantes de grupos de estudiantes o de estudiantes solos.
El objetivo político del enfoque
relativo a la creación de conocimientos consiste en aumentar
la productividad, forjando alumnos, ciudadanos y trabajadores dedicados
permanentemente a la tarea de crear conocimientos, innovar y aprender a lo
largo de toda la vida, sacando provecho de esa tarea.
CONCLUSIÓN
La actividad docente se volvió en estos últimos
tiempos cada vez mas compleja, la consideración, el prestigio social de la
misma tiende a disminuir. Además el desfase tradicional entre la definición
ideal y la realidad del oficio docente tiende a aumentar.
No debe extrañar pues que el malestar y la
disconformidad tiendan a formar parte del estado de ánimo de la mayoría de los
docentes.
¿Qué es lo
que se ha modificado? ¿Cómo revertir la situación?
Suele decirse que si un cirujano de hace cien años
se levantara de la tumba y entrara a un quirófano, no entendería nada, y por ende
no podría operar. También se dice que si lo mismo le sucediera a un maestro
podría enseñar sin problemas. Con este dicho, busca acentuarse la estabilidad
del sistema educativo, y en algunos casos también una percepción de que algo no
anda bien.
No debemos esforzarnos demasiado para poder
visualizar que educar en el siglo XXI es una tarea difícil, que son muchos los
factores e indicadores negativos que bombardean al docente, alumno, directivos,
a la escuela, en fin a toda la sociedad, son muchos los obstáculos por sortear.
Muchos los motivos por los cuales debemos mejorar la
educación, basta con ver el alto porcentaje de repitencia, sobreedad, abandono
y no sólo eso. Sabemos que sin educación no hay Nación. Podemos mencionar
también otros problemas que afectan directamente a la educación como: la alta
tasa de desempleo que crece de forma alarmante, aumenta también la franja de
pobres. Las desigualdades sociales son cada vez mas marcadas.
Los docentes deben enfrentar cada día estos
problemas que los alumnos traen de sus hogares, deben atender a esos niños y
adolescentes que conviven todos los días con estos y muchos problemas mas.
Se les pide a los docentes que enseñen de manera
interesante y productiva, cada vez mas materias, que contenga y que cuide, que acompañe
a las familias, que haga de centro distribuidor de alimentos, cuidado de la
salud y de asistente social, que detecte abusos, que proteja los derechos y que
amplíe la participación social. El docente debe saber manejar estas tecnologías
y enseñarla, aprovecharla como un recurso didáctico de gran utilidad ya que
pueden ser muy provechosas.
Es una utopía atender a todas estas cuestiones y
obtener resultados exitosos; simplemente porque es una sobrecarga, una persona
no puede por más empeño y vocación, que pueda cumplir todos estos roles todos
los días del año frente a 25 o 30 alumnos.
Estas nuevas demandas tienen que ver con nuevos
tiempos, si… estamos en el siglo XXI. Inés Dussel dice: “vivimos en condiciones
que han sido llamadas por algunos como MODERNIDAD LIQUIDA, en las que se
incrementa la velocidad de los intercambios y lo duradero y estable aparece como sinónimo de pesadez y
atraso.
Las demandas que hoy llueven a las escuelas tienen
que ver con este contexto, pero al mismo tiempo, ponen a la escuela en una situación paradojal, que
sienten muchos educadores, la escuela nació para resguardar y transmitir el
saber en tanto éste se ha vuelto más complejo.
La crisis que vive la escuela es un claro reflejo de
la crisis que esta viviendo la sociedad. Si bien se ha logrado garantizar el
acceso a la escuela al 97 % de los alumnos, sin embargo este acceso no
representa garantía de una trayectoria completa de cada alumno por los ocho
años de obligatoriedad según la Ley ni mucho menos que sean éstos cursados en
condiciones propias de una enseñanza de calidad. El número de alumnos
matriculados aumenta; pero la escuela lo que esta haciendo en estos momentos es
retener a los alumnos: permanecen en la escuela como repitentes durante unos
años mas, pero al fin y al cabo, tarde o temprano tenemos como resultado la
deserción escolar, como esta ocurriendo el la actualidad. ¡No importa la
calidad de la educación!!!!! Esto es muy alarmante.
Si en realidad se haría hincapié en la calidad
educativa, no tendríamos que estar atravesando por esta crisis, tan difícil de
revertir.
Son demasiadas cuestiones las que hay que atender y
resolver, no se trata sólo de una cuestión de recursos, sino más bien de
decisiones políticas. Ya que el docente no regula el sistema educativo, es
simplemente un eslabón más de la cadena, y como tal obedece a las
decisiones que llegan del más alto nivel
de la pirámide.
No
podemos dejar de mencionar otro rasgo que hace a la educación del siglo XXI, y
en cual nos gustaría hacer hincapié, estamos refiriéndonos a las TICs .Las tecnologías de la información y la
comunicación.
Como sabemos, han ido cambiando progresivamente la
forma de comunicar, de interactuar, de producir, de hacer ciencia y de producir
conocimiento. En este contexto social se espera que los hombres y mujeres sean
capaces de desempeñarse en los diferentes aspectos de la vida personal y
profesional acorde a esos cambios. Por ello, debemos pensar en la educación de
los niños y jóvenes de hoy, en la enseñanza impartida en las escuelas y los
aprendizajes producidos por los alumnos. ¿La escuela, prepara a los jóvenes
para desenvolverse en el siglo XXI?
El
nuevo paradigma de la educación pone énfasis en privilegiar el aprendizaje de
cómo aprender permanentemente y por cuenta propia en cualquier lugar, en
cualquier tiempo. La sociedad de hoy exige de un hombre capaz de adaptarse a
los cambios, porque lo que otorga valor y progreso a una sociedad no es la
centralidad del conocimiento y la información, sino la aplicación de ese
conocimiento e información para generar nuevos conocimientos. Es función de la
escuela brindar una educación congruente a las demandas de esta sociedad y para
ello, será necesario contar con docentes innovadores, con habilidades y
competencias acordes al siglo XXI.
Bibliografía
1-Este
informe es fruto de la reunión de una veintena de profesionales de sociología
de la educación[9] en las
instalaciones del centro de formación superior del profesorado en Alcalá de
Henares los días 12 y 13 de mayo de 2005.El documento –del cual se pueden
encontrar desarrollos previos en www.ase.es- INFORME DE
SOCIOLOGÍA DE LA EDUCACIÓN PARA EL CENTRO DE FORMACIÓN SUPERIOR DEL
PROFESORADO.
2- Página Web: www.educar.com
3-Aznar
Nora, Bardi Valeria, Krebs Germán, Phillips Horacio, Palombo N, Jurado R.:
“Tecnologías de la información y la comunicación en la escuela”. Ministerio de
Ciencia y Tecnología
4-Tenti
Fanfani Emilio (2005) “La condición docente”, Buenos Aires, Siglo XXI.
5-
Tedesco Juan Carlos: (2000)”Educar en la sociedad del conocimiento”, Buenos
Aires, Fondo de cultura Económica.
[1] Este concepto ha sido ampliamente tratado en la sociología
contemporánea:”Al hablar de vida cotidiana nos referimos a realidad suprema, a
la vida del hombre entero, al tejido obvio y normal de la comprensión del mundo
y de los otros en el que suceden las prácticas cotidianas; a las condiciones de
vida materiales, subjetivas e intersubjetivas construidas en el diario vivir,
es decir, a aquello que implica el conocimiento de los escenarios del sentido
común como fuente primaria de conocimiento global. Vida cotidiana donde se dan
los procesos de creación e intercambio de símbolos, signos y significados que
definen una realidad común para comunicarla, organizarla, preservarla,
reformarla o transformarla”. Urrezieta V. M. (2004) 2La sociología
interpretativa: globalización y vida cotidiana”, Espacio abierto, Vol. 13, Nº
3, Maracaibo.
[2] La reducción de la población agrícola se expresa en casi todos
los países. Según Hobsbawm es el cambio más drástico y de mayor alcance de la
segunda mitad de este siglo, y el que nos separa para siempre del mundo pasado.
[3] Hobsbawm señala (1995: 315-316) “ lo que cambió en la revolución
social no fue sólo el carácter de las actividades femeninas en la sociedad,
sino también el papel desempeñado por la mujer o las expectativas
convencionales acerca de cual debía ser ese papel, y en particular las ideas
sobre rol papel público de la mujer y su prominencia pública. (…)
[4] Para una análisis de estos cambios en relación con la niñez, ver
Minzi, V. (2005) La “cultura infantil”, “los niños de hoy no son como los de
antes” en Infancias y problemas sociales en el mundo que cambia. La familia,
los nuevos conceptos, la función docente y la tarea en el aula, Buenos Aires,
Ediciones Novedades Educativas, Serie “0 a 5”.
[5] Mead, M. (1971): Cultura y compromiso. Estudio sobre la ruptura
generacional, Buenos Aires, Granica, citado por Martín Barbero, Jesús (2002)”Jóvenes,
comunicación e identidad”, Pensar Iberoamérica, Revista de Cultura.
[6] La edad siempre fue un principio estructurador de las relaciones
de dominación en todas las sociedades, y durante la segunda mitad del siglo XIX
cuando se sentaron las bases de las instituciones educativas capitalista, la
relación de poder entre las generaciones era mucho más asimétrica que en la
actualidad. El mundo de los adultos (los padres, los maestros, los directivos,
los celadores, etc.) prácticamente monopolizaba el poder en las instituciones.
Tenti Fanfani, E (2000) “Culturas juveniles y cultura escolar”, IIPE Buenos
Aires, Sede Regional del Instituto Internacional de Planeamiento de la
educación.
[7] Según datos del PNUD, América Latina es la región más desigual
del planeta. Kliksberg,B.(2002):Hacia una economía con rostro humano. Buenos
Aires, Fondo de Cultura Económica.
[8] Claxton, G. (2002) “Anatomía de la intuición”, en Atkinson T. y
G. Claxton (eds). El profesor intuitivo, Barcelona, Octaedro.
[9] La reunión, similar en su planteamiento
a la realizada a propuesta del Instituto Superior de Formación del Profesorado
del MEC por muchas de las áreas implicadas en la formación del profesorado, fue
solicitada por la ASE
al director de dicho Instituto, quien la acogió con interés y toda clase de
facilidades. Se informó de dicha reunión a todos los miembros de la ASE y participamos
voluntariamente en ella Amparo Almarcha Barbado, Begoña
Asúa Batarrita, José Beltrán Llavador, Rosa Caramés Balo, Joaquín Casal
Bataller, Raimundo Drudis Baldrich, Rafael Feito Alonso, Mariano Fernández
Enguita, Francisco Fernández Palomares, Juan Sebastián Fernández Prados,
Antonio Guerrero Serón, Francesc Hernández Dobón, Julio Mateos, (MRP
Fedicaria), Fidel Molina Luque, Bartomeu Mulet Trobat, Lidia Puigvert Mallart, Josep
Maria Rotger Cerdà, Carlos Sánchez Redondo, Sonsoles
Sanromán Gago, Marta Soler Gallart, y Eduardo Terrén Lalana.