jueves, 7 de marzo de 2013

GRANDES PEDAGOGOS DE LA HISTORIA





INTRODUCCIÓN
Detrás del trabajo de cada profesor, en cualquier clase del mundo, hay millones de reflexiones  sobre el oficio de educar. Lo mismo ocurre con los profesionales de la enseñanza que no conocen la obra de Aristóteles, Rousseau o Durkheim y trabajan  bajo la influencia de esos pensadores. Esto se refleja en la forma como fue concebida la práctica pedagógica, la organización del sistema escolar, el contenido de los libros didácticos y el curriculum de la formación de profesores.
Desde la antigüedad, hombres y mujeres invirtieron en el esfuerzo de pensar la educación; esto se debió a que educar fue siempre uno de los medios por los cuales los grupos humanos aseguraron su supervivencia.
En las sociedades primitivas, la educación era una tarea colectiva. Era común que los adultos enseñaran a los niños y a los jóvenes los códigos y valores del grupo que los llevaran a adoptar un determinado comportamiento y hasta asumir un papel predeterminado en la estructura social.
Cuando las sociedades se volvieron más complejas, la educación pasó a ser una actividad dividida en sectores, otorgada a especialistas. La tarea que antes era difusa y ejercida por todos se convirtió en un privilegio de apenas algunas personas: los profesores, y en general comenzó a concentrase en lugares específicos: las escuelas.
Con la madurez de las sociedades surgió el pensamiento pedagógico, siempre entrelazado con la filosofía. En este trabajo se verán reflejados los principales nombres ligados, a todos los tiempos, a la reflexión y a la búsqueda sobre educación.
La reflexión de muchos pedagogos y la aspiración permanente de estos que la educación sea algo más que proporcionar conocimientos, que sirva para la vida. Actualmente esta perspectiva se ha ampliado, algunos pedagogos buscan que la educación no esté limitada al recinto cerrado de las instituciones educativas, sino que la vida pueda entrar a riquezas en el quehacer cotidiano de las instituciones educativas. Sin embargo esta idea que la educación esté vinculada aparentemente aceptable con todos, exige una serie de precisiones: ¿a qué tipo de vida se ha de vincular la educación?, ¿tiene que adaptarse a lo que es “normal” en la sociedad?; y lo que es “normal”, ¿es lo único viable? ¿la educación se ha de identificar con las escalas de valores vigente en la sociedad y qué configura un determinado estilo de vida? Estas y otras preguntas nos revelan que la cuestión puede quedarse en una bella formulación y sin incidencias significativas en la educación, si no somos capaces de dar respuestas adecuadas a cada uno de estos interrogantes.
 La educación  como dice Hannah Arendt, es el punto en que decidimos si amamos el mundo lo suficiente como para asumir responsabilidad sobre él.


Una larga historia para construir un puente entre la escuela y la vida
En la historia de la ideas, el pensador suizo Jaques Rousseau, en su obra sobre educación predica  el retorno a la naturaleza y el respeto por el desarrollo cognitivo de los niños. Su principio fundamental radica en que el hombre es bueno por naturaleza, pero está sometido a la influencia de la sociedad. Uno  de los síntomas de las fallas de la civilización en alcanzar el bien común, según el pensador, era la desigualdad, a la que clasificaba en dos tipos: la que se debía a las características individuales de cada ser humano, y aquella provocada por circunstancias sociales. El primer tipo de desigualdad, para el filósofo, era natural; el segundo debía ser combatido. La desigualdad fue suprimiendo gradualmente la libertad de los individuos, y el hombre al renunciar a la misma, renuncia a la propia cualidad que lo define como humano. Desarrolló su idea de educación como un proceso subordinado a la vida. Llamado método natural. El objetivo del maestro debía interferir lo menos posible en el desarrollo propio del joven, en especial hasta los 12 años, cuando según Rousseau, todavía no puede encontrar la razón.
Para él la educación es antes que nada, acción intencional para moldear al hombre de acuerdo con un ideal o un modelo que la sociedad valoriza. La educación acepta la naturaleza, pero no la toma como suficiente y buena en principio. Si la tomase, no sería necesaria… si se compara por ejemplo las ideas de Rousseau con Durkheim, se verá en este sentido, están en extremos opuestos.
Para Durkheim (creador de la sociología de la educación), creía que la sociedad sería beneficiada por el proceso educativo. Para él  la educación es” la acción ejercida por las generaciones adultas sobre las generaciones jóvenes”, su objetivo es vincular contenidos comunes y diversos que constituirán al ser social. Concepción llamada funcionalista, la construcción del ser social, es la asimilación por el individuo de una serie de normas y principios que limita la conducta del individuo en un grupo. Consiste en una socialización metódica en la joven generación para adaptarla al medio social en el que está destinado a vivir.  Para el sociólogo francés, la función de la educación era introducir a los niños en la sociedad.  No desarrolló métodos pedagógicos pero sus ideas ayudaron a comprender el significado del trabajo del profesor, y extrajo la educación escolar desde la perspectiva individualista, influenciadas por las escuelas filosóficas alemanas de Kant y Hegel.
Caracterizo la educación como un bien social, la relaciono por primera vez con las normas sociales y la cultura local, y disminuyo el valor que las capacidades individuales tienen en la constitución del desarrollo colectivo.
“la educación tiene por objetivo suscitar y desarrollar en los niños los estados físicos y morales que requiere la sociedad política en su conjunto”.
Al análisis de esta definición, podemos decir que fue una definición acertada en su época pero hoy, es una definición acotada, podemos sí tomar algunos conceptos.
El pensador que llevó la práctica a la escuela fue el filósofo John Dewey, se inscribe en la llamada educación progresiva.
Su concepto de educación: en sentido amplio es la suma total del proceso por medio de los cuales una sociedad o grupo social, grande o pequeño, transmite sus poderes, capacidades e ideales adquiridos, con el fin de asegurar su propia existencia y desarrollo de modo continuo[1].
Hay dos hechos fundamentales para él que demuestran la necesidad de educación: la desaparición de los seres humanos (muerte), y la diferencia de desarrollo de adultos y los seres más jóvenes. De esto surge la primera distinción en la educación, o sea de la existencia entre la educación metódica  o regular y la insistemática o informal.
Si diferenciamos los dos tipos de educación la segunda es la adquiere el niño participando de ciertas formas de la vida social (familia, calle, el ambiente inmediato), y no en vista de la educación; así aprende, por ejemplo, su lengua materna. La educación formal en cambio, es más abstracta, superficial, menos influyente; aunque en cambio es más completa, amplia y segura. El problema dice Dewey está en unir las cualidades positivas de ambos género.  La educación escolar ha de proveer un ambiente idealizado o purificado universalizado y sistematizado. Y a la vez hay que evitar su aislamiento y aprovechar las ventajas de la superior vitalidad y más íntima influencia de la educación extraescolar.
Desde el sentido más estricto, para él la educación es un proceso de vida y no una preparación para la vida futura. Esta educación estricta tiene dos aspectos: uno psicológico y otro social. De un lado consiste en estimular los poderes, las capacidades del niño, y del otro, este estímulo no puede provenir más que de la situación social en que se halla el niño. Así los dos aspectos se complementan, y no son más que eso, aspectos, visiones de un mismo proceso mirado desde dos distintos puntos de vista.
La escuela es para Dewey, ante todo,  una institución social. La escuela ha de representar la vida presente, que ha de ser tan real y vital para el niño como la que vive en su casa, en la calle o en el campo de juego.
Otro teórico que se destacó fue Pestalozzi J., quién anticipó las concepciones del movimiento de la Escuela Nueva, afirmando que la función esencial de la enseñanza era llevar a los niños a desarrollar sus habilidades naturales e innatas. La escuela idealizada, para él, debía ser no solo una extensión del hogar sino que tenía que inspirarse en el ambiente familiar para ofrecer una atmósfera de seguridad y afecto. Los niños, se desarrollan de adentro hacia afuera, idea opuesta a la concepción de que la función de la enseñanza es llenarlos de información. La misión del educador es prestar atención a la evolución, aptitud y necesidad del niño, de acuerdo con las diferentes edades. “el arte de la razón debe ser cultivado en todos los aspectos, para convertirse en una ciencia construida a partir del conocimiento profundo de la naturaleza humana”.
Pocos nombres de la historia de la educación son tan difundidos fuera de los currículos de especialistas como el de María Montessori. “ella creía que la educación es una conquista de los niños, pues percibió que ya nacemos con la capacidad de enseñarnos a nosotros mismos, si se nos fuesen dadas las condiciones”. Individualidad, actividad y libertad del alumno son las bases de la teoría, con énfasis en el concepto de educación que se extiende más allá de los límites de acumulación de informaciones. El objetivo de la escuela es la formación integral del joven, una “educación para la vida”. Su perspectiva denominada desarrollista, eligió como prioridad los primeros años de la vida. Las ideas de educación reflejan la concepción positivista del conocimiento que caracterizó la época en que vivió (fines del siglo XIX y principios del siglo XX).
Las salas de clases tradicionales eran vistas con desprecio, ella decía que parecían colecciones de mariposas, con cada alumno en su lugar. Quién entra en una sala de clase montessoriana, encuentra niños dispersos, solo o en pequeños grupos, concentrados en los ejercicios. Los profesores están junto a ellos, observando, dibujando. En esas escuelas no se sustentan en un único libro de texto.
Las críticas más comunes al montessiorismo se refieren al enfoque individualista y al exceso de materiales y procedimientos construidos dentro de la escuela; lo que dificultaría la adaptación de los alumnos a otros sistemas de enseñanza y “al mundo real”.
Hasta aquí solo hemos hecho mención a autores y realizaciones, lo que queremos destacar es que el tema y la preocupación  de la educación, no es nuevo,  
Más cerca de nosotros en el tiempo, nos encontramos con las reflexiones que nos ofrece el pensamiento de Paulo Freire. No piensa ideas, piensa la existencia.
En sociedades gobernadas por intereses de grupos, clases y naciones  dominantes, la educación como práctica de la libertad postula una “pedagogía del oprimido”. No pedagogía para él sino de el, que tiene lugar cuando el oprimido tenga condiciones de descubrirse y conquistarse reflexivamente.
Es liberadora de ambos, del oprimido y del opresor. Hegelianamente diríamos: la verdad del opresor reside en la conciencia del oprimido.
A través de sus técnicas pedagógicas redescubre el proceso histórico en qué y por qué se constituye la conciencia humana y la vida se hace historia.
Su idea es “la educación como práctica de la libertad”.
Sostiene que alfabetizar es concientizar. Es así que el alfabetizando gana distancia para ver su experiencia, “admira”. En ese mismo instante, comienza a descodificarse. Trata de objetivarse, al objetivar su mundo se encuentra en él encontrándose con los otros es así que surge la comunicación y el diálogo. Cobra conciencia de la palabra como significación.
En la pedagogía del oprimido encontraremos dos momentos distintos aunque interrelacionados. El primero, en el cual los oprimidos van descubriendo el mundo de la opresión y se van comprometiendo en la praxis, con su transformación y, el segundo que una vez transformada la realidad opresora, esta pedagogía deja de ser del oprimido y pasa a ser de los hombres en proceso e permanente liberación
Freire sólo piensa y practica un método pedagógico que procura dar al hombre oportunidad de redescubrirse: “método de concienciación”.Nadie cobra conciencia separadamente de los demás, la conciencia se constituye como conciencia del mundo.
El método de Paulo Freire, es un método de cultura popular da conciencia y politiza. No pretende ser un método de enseñanza sino de aprendizaje; con él, el hombre no crea su posibilidad de ser libre sino aprende a hacerla efectiva y ejercerla. No enseña a repetir palabras ni se restringe a desarrollar la capacidad de pensarlas según las exigencias lógicas del discurso abstracto; simplemente coloca al alfabetizando en condiciones de poder replantearse críticamente las palabras de su mundo, para, en la oportunidad debida, saber y poder decir su palabra. En la misma dialéctica en que cobra existencia el hombre, ha de prender a decir su palabra, porque con ella se constituye a si mismo, se humaniza, el hombre se hace hombre.
Sostiene que la palabra instaura el mundo del hombre, designa y transforma las cosas, no sólo es pensamiento, es praxis. Expresarse implica comunicarse. La palabra es el origen de la comunicación, es esencialmente el dialogo.
Por otro lado nos dice que la sectorización es un obstáculo para la emancipación de  los hombres.
La gran tarea humanista e histórica de los oprimidos es liberarse a sí mismos y liberar a los opresores. Éstos que oprimen, explotan y violenta en razón de su poder, no pueden tener dicho poder la fuerza de la liberación de los  oprimidos ni de sí mismos. Llegarán a liberación no por casualidad sino por la praxis de búsqueda.

En su libro “Pedagogía del Oprimido”, analiza las relaciones educador-educando y dice que presentan un carácter especial-determinante. [2] Estas relaciones son de naturaleza fundamentalmente, discursiva, disertadora. Hay una narración de contenidos, de la realidad, valores empíricos, que tienden a petrificarse o transformarse en algo inerme, es decir, vulnerable. Esto implica al sujeto que narra (educador) con objetos pacientes, oyentes (los educandos).
La tarea del educador aparece como un sujeto real, cuya tarea es llenar a los educandos con los contenidos de su narración. Contenidos que son retazos de la realidad, desvinculados de la totalidad en que se engendran, y en cuyo contexto adquieren sentido. En estas disertaciones la palabra se vacía de la dimensión concreta que debe poseer y se transforma en una palabra hueca, en verbalismo alineado y alineante.
Freire condenaba la enseñanza ofrecida por la amplia mayoría de las escuelas, que el calificó de educación bancaria. En ella el profesor actúa como quién deposita conocimiento en un alumno apenas perceptivo, dócil. En otras palabras, el saber es visto como una donación de los que consideran sus detentores, una escuela alineante. Su tónica fundamental reside en matar en los alumnos: la curiosidad, el espíritu investigador, la creatividad. El decía que mientras la escuela conservadora intentaba acomodar a los alumnos al mundo exterior existente, la educación que el defendía tenía intenciones de inquietarlos; que los hombres sometidos a la dominación luchen por su emancipación.
Un pensador ubicado en un contexto histórico particular, el de los años 60. Caracterizado por la crítica radial al orden capitalista y a sus instituciones sociales: Ivan Illich sostuvo que el prestigio de la escuela como proveedora de servicios educativos de calidad para la población en su conjunto descansa en una serie de mitos que define: la mayor parte del aprendizaje no es consecuencia de la institución, sino el resultado de una participación de los educandos con el contexto en su entorno significativo. Los valores cuantificables, la escuela vende currículum se asemeja a cualquier otro artículo moderno de primera necesidad. El distribuidor (profesor) entrega el producto determinado al consumidor (alumno).
En la educación problematizadora que él propone criticaba la idea de que enseñar es transmitir saber, porque  la misión del profesor es posibilitar la creación o la producción de conocimientos. Pero esta concepción problematizadora no puede servir al opresor. “Ningún orden opresor soportaría el que los oprimidos empezasen a decir: ¿por qué?”[3]
La educación es para él un quehacer permanente, por la inconclusión de los hombres y el devenir de la realidad, es ahí que ésta se rehace constantemente en la práctica. En otra de su obras: “El grito Manso”, dice:” el ser que se sabe inacabado entra en un permanente proceso de búsqueda”.
La tendencia, entonces, tanto del educador-educando como de los educandos-educadores es la de establecer una forma auténtica de pensamiento y acción. Pensarse así mismos y al mundo, simultáneamente sin dicotomizar este pensar de la acción.
La educación problematizadora se hace, así, un esfuerzo permanente a  través del cual los hombres van percibiendo, críticamente como están siendo en el mundo, en el y con el que están.
Una vez más se vuelven antagonistas las dos concepciones y las dos prácticas que estamos analizando.
La concepción bancaria, que implica inmovilidad, contenidos impuestos, repetición, negando el diálogo insiste en mantener ocultas ciertas razones que explican la manera como están viendo los hombres el mundo, y, para esto mitifican la realidad. Es una educación asistencial, sirve a la dominación, inhibe el acto creador, termina por desconocer a los hombres como hombres históricos.
Por otro lado, la educación problematizadora, comprometida con la liberación, se empeña en la desmitificación, tiene en el diálogo la relación indispensable con el acto cognoscente, descubridor de la realidad. Es una pedagogía crítica, se asienta en el acto creador, sirve a la liberación, estimula la reflexión. Parte del carácter histórico y de la historicidad de los hombres. Por eso las reconoce como seres, inacabados, inconclusos, en y con una realidad que siendo histórica es también tan inacabada, como ellos.
Freire preveía para el profesor, un papel directivo e informativo; por lo tanto no puede renunciar a ejercer su autoridad. El profesional de educación debe hacer que los alumnos conozcan contenidos, pero no como verdades absolutas. Decía que nadie enseña a nadie, pero que las personas tampoco aprenden solas. “los hombres se educan entre sí”, mediados por el  mundo.
Esto implica un principio fundamental: el alumno, alfabetizado o no, llega a la escuela con una cultura que no es mejor ni peor que la del profesor. En una sala de clase los dos aprenden juntos, uno con el otro, y para eso es necesario que las relaciones sean efectivas y democráticas, que garanticen a todos la posibilidad de expresarse.
El método freiriano procura solo convertir en más rápido y accesible el aprendizaje y no pretende “leer el mundo”, expresión famosa del educador. Se trata de aprender la realidad, conocerla para enseguida poder transmitir esa realidad, transformarla. La alfabetización es un modo de que los desfavorecidos rompieran con lo que el llamó “cultura del silencio” y transformaran la realidad “como sujetos de la propia historia”. En el conjunto de pensamiento se encuentra la idea de que todo está bien en permanente transformación e interacción. La existencia de ese punto de vista implicaba la concepción del ser humano como “histórico e inacabado” y, consecuentemente, siempre pronto a aprender.
En el caso particular de los profesores eso se refleja en la necesidad de formación rigurosa y permanente.
Toda la obra es una concepción de educación embutida, en una concepción de mundo. En su teoría hay tres momentos claros, tres etapas rumbo a la concientización. Así definiendo el trabajo del educador cuya obra, se caracterizó por una reflexión sobre el significado de la educación.
En el primer momento, el educador indaga y se entera de aquello que el alumno conoce, no solo para poder avanzar en la enseñanza de contenidos, sino principalmente para traer la cultura del alumno a clase.
En el segundo momento, que es de la exploración de las cuestiones relativas a los temas de discusión, lo que permite que el alumno constituya el camino del sentido común para una visión crítica de la realidad.
El tercer momento, es cuando, se vuelve de o abstracto a lo concreto, en la llamada etapa problemática: el contenido en cuestión se presenta “diseccionado” lo que debe sugerir acciones para superar imposibles. Para Freire este procedimiento sirve al objetivo final de la enseñanza, que es la concientización del alumno.
Las ideas filosóficas que subyacen en el pensamiento pedagógico de Paulo Freire:
  • Reconoce la existencia de clases sociales en pugna.
  • Partidario del método dialectico (Hegel). Uno de sus supuestos mas firmes es el que hace de la educación un hecho netamente político, un asunto de poder.
  • Su pedagogía de liberación se ha ido construyendo como una filosofía educativa.
  • Tuvo una formación cristiana inicial (Athaide, Maritain, Mounier), podría llamarse “cristiano militante.
  • Influido por el existencialismo, el hegelianismo y hasta el marxismo.
  • Su contexto de la praxis es el de las poblaciones marginales de América Latina. Su pensamiento se elaboró en función de restringidas necesidades didácticas y del compromiso con la liberación de los marginados.
  • Su filosofía es una filosofía emergente esto es, no definitiva, esta por lograr una teoría que supere las emergencias y tenga una estructura: la movilidad dialéctica del pensamiento y de la acción es uno de los supuestos inconmovibles de su trabajo, más orgánicas e integradas, cualquiera que sea el rumbo que su autor le imprima.
  • Su pedagogía arranca de la deshumanización que padecemos, esta deshumanización es igualmente real tanto en los explotados (oprimidos) como en los explotadores (opresores).
  • Oprimido: conciencia dual que lo vuelve temeroso de la libertad y puede hacerlo concebir su liberación no como un “ser más” sino como un tener más. También vive la conciencia del opresor. La liberación es concebible a través de la praxis liberadora de los oprimidos.
  • Los opresores no pueden elaborar una pedagogía liberadora, porque de esa manera se contrariarían su propia condición.
  • Los oprimidos van develando el mundo de la opresión y se van comprometiendo en la praxis con su transformación, cuando se ha transformado la realidad opresora y pasa a su pedagogía de los hombres en proceso de permanente liberación.
  • La pedagogía del oprimido no admite ningún tipo de liderazgo, ninguna dominación; es el fruto de la concientización a la educación fundamentada en el diálogo. Es una de la piezas claves de la concepción freiriana, (en forma de educación liberadora) que trasciende la practica pedagógica par insertarse en la praxis política.
  • Encuentra una nueva manera de expresar esta contradicción: “educación tradicional-educación nueva”. La sustituye por “educación bancaria” (depositar saberes y pautas” y “educación problematizadora” superaría la contradicción entre educadores-educandos. Ya que nadie educa a nadie, ni nadie se educa así mismo, los hombres se educan entre sí.
  • Educación y concientización: es otra de sus ideas. La concientización no es más que el acceso a la criticidad, pasando de la conciencia ingenua a la conciencia crítica. Según Freire es una meta inteligible a partir de dos supuestos:
La politicidad de la educación y sus estrechos vínculos con la división de la sociedad “en opresores y oprimidos”. Analiza distintos niveles de conciencia crítica. Los dos extremos de la conciencia serían: la conciencia intransitiva y la conciencia crítica.
Conciencia intransitiva: refleja al hombre en una sociedad cerrada, representa casi un no compromiso con la existencia. Para él cualquiera que sea el estado del hombre es un ser abierto. El pasaje de la conciencia transitiva ingenua a la crítica no es para él espontáneo sino que requiere un trabajo educativo crítico. Es así que la educación ha de sustituir “las explicaciones mágicas por explicaciones causales”, despojas al máximo los pre-conceptos, practicar el diálogo.
En esta línea de pensamiento otro pedagogo, Henry Giroux, propone lo que da a llamar como pedagogía de lo concreto.  Sus escritos se pueden dividir en dos etapas. Ensayos sobre las clases sociales e instrucción escolar y la segunda: caracterizada por su interés por el tema acción y la resistencia estudiantil.
Se opuso también al igual que Freire, a la enseñanza tradicional, según el cual la instrucción y el aprendizaje escolar son un proceso neutral y transparente sin complicidad con el poder, la historia y el contexto social. Propone fundamentos para una teoría social crítica de la instrucción escolar que ofrece especiales posibilidades no solo para educadores (como propone Paulo Freire), sino también para políticos, teóricos sociales, y en un menor grado a estudiantes.
Desarrolla categorías de investigación teórica, que ponen en duda el supuesto dominante de que las escuelas funcionan como uno de los mecanismos centrales para el desarrollo del orden social democrático e igualitario.” Su obra está comprometida en la tarea de denunciar aquellas prácticas ideológicas y sociales que en las escuelas suelen ser un obstáculo para que todos los estudiantes se preparen para asumir un rol activo, crítico y emprendedor como ciudadanos”[4]
Sostiene que las escuelas son algo más que simples lugares de reproducción social y cultural; también somete a crítica la idea de que las mismas se definen exclusivamente por la lógica de la dominación, y que los profesores son simples peones de la clase dominante.
En similitud con Freire, en cuanto a los oprimidos  dice: “con la intención liberadora de apoyar a aquellos que han quedado arrinconados en el camino hacia el éxito educativo, a aquellos a quienes la historia ha arrebatado cruel y prematuramente la esperanza.” [5]Giroux incluye aquí tanto a los descontentos como a los indigentes. A diferencia de Freire en cuanto a los opresores, incluye a aquellos a quienes una posición social más ventajosa ha hecho insensibles e incapaces de reaccionar con firmeza contra las desigualdades e injusticias de la sociedad.
El objetivo principal de su pedagogía crítica (Freire habla de pedagogía problematizadora), es potenciar a los alumnos para que ellos mismos intervengan en su propia formación y transformar los rasgos opresivos de la sociedad en su conjunto que hacen necesaria esta intervención. Esto transformaría el orden social en general en beneficio de una democracia más justa y equitativa. En cuanto a los educadores, ésta pedagogía crítica lo lleva a desarrollar un lenguaje que le permite desvelar y comprender en nexo existente entre instrucción escolar, y las necesidades y competencias producto de la historia (cultura) que los estudiantes llevan a la escuela. Esta toma de conciencia crítica (o concientización en palabras de Freire), lleva a los profesores a acrecentar habilidades para trabajar críticamente con estudiantes de clases dominantes y subordinadas.  Los perfiles  (facciones) culturales que ejercen una gran influencia en la vida educativa, cultural y económica, no excluye la posibilidad de cambio progresivo y de la reforma. Desde el punto de vista de Giroux, los agentes humanos  poseen la capacidad de rehacer el mundo tanto por medio de la lucha como por medio del ejercicio de su imaginación social.
En cuanto a los profesores dice Giroux: que los afirma como intelectuales transformativos,  es decir, como agente activo en la producción de conocimientos, o de hábitos como dice: Bourdieu. El educador e investigador educativo desempeña un papel como intelectuales que actúan bajo condiciones de trabajo y cumplen una determinada función social y política. Estas condiciones materiales, constituyen la base tanto para delimitar como para potenciar el ejercicio de su función como intelectuales.
Para llevar a cabo su misión de intelectuales, los profesores han de crear la ideología y las condiciones estructurales que necesitan para investigar, escribir y colaborar entre sí en la elaboración de currículos y el reparto del poder. Necesitan desarrollar un discurso y un conjunto de hipótesis que le permita actuar más específicamente como intelectual transformativo.
Como intelectual debe combinar la reflexión y la acción con el fin de potenciar a los estudiantes con las habilidades y conocimientos necesarios para luchar contra las injusticias y convertirse en actores críticos entregados al desarrollo de un mundo libre de opresiones y explotación, claramente aquí se ve el influjo de los escritos  de Freire y Gramsci.
Es consciente de que la búsqueda de transformación de uno mismo y de la sociedad no debe plantearse como una verdad categórica, sino como una verdad situacional y relacional. Una pedagogía de la liberación no tiene respuestas últimas. Está siempre en marcha.
Contrariamente al pensamiento de Freire, Ivan Illich denuncia la educación institucionalizada y la institución escolar como productora de mercancías donde se benefician más quienes ya disponen de un capital cultural inicial.
Para él la escuela no es la única institución moderna cuya finalidad primaria es moldear la visión de la realidad en el hombre. Inciden otros factores que tienen relación con el origen social y el entorno familiar de las personas, los medios de comunicación y las redes informales de socialización. Ellos son elementos clave en la conformación de pautas de conducta y de valores. Pero a la escuela se le acredita la función de formar el juicio crítico, función que trata de cumplir haciendo que el aprende ya sea sobre si mismo y sobre los demás o sobre la naturaleza dependa de un progreso prefabricado.
Illich defiende las afirmaciones anteriores señalando que, a su juicio, “la escuela nos alcanza de manera tan íntima que ninguno puede esperar ser liberado de ella mediante algo externo”[6]
El punto de partida y de llegada de Illich es el cuestionamiento de la enseñanza obligatoria. En sus trabajos realizados con Reimer dicen que la enseñanza es vista como lo opuesto del aprendizaje. Piensan que la educación es la que tiende a producir “una recreación no mensurable”. Reimer opta por sostener el concepto formulado por Freire quien la describe como  el llegar a ser críticamente consciente de la realidad personal, y actúa eficazmente sobre ella.
La enseñanza se da como una imposición exterior y también porque ha llegado a institucionalizarse en la escuela, es ella la que sustituye los valores por la idea de los servicios creyendo que la educación consiste en pasar de grado o de curso, que el diploma es sinónimo de competencia. La escuela pasa a ser el paradigma de las instituciones alienantes y represivas, pero todos los países siguen confiando en la escuela, como la expresión de “una nueva iglesia universal” fuera de la cual no hay salvación. Libertad falseada por la ideología de la escolaridad.
El desescolarismo de la sociedad es una  tendencia que se define por la crítica al sistema educativo formal y particularmente a la escuela considerada como la institución histórica y socialmente más representativa de ese sistema.
Caracterizado por la crítica al orden capitalista y a sus instituciones sociales, sus ideas generaron controversias que acabaron transformándolo en uno de los personajes de la época. Muchos lo consideran el padre de la educación desescolarizada. Considera a las escuelas como una de las múltiples instituciones publicas que ejercen funciones anacrónicas que no se ajustan a la velocidad de los cambios
A diferencia de la concepción de Freire, que se apoya en una praxis educativa concreta, el desescolarismo no pasa a ser el fruto de una especulación intelectual que no ha producido una práctica real ni la ha encontrado para probar plenamente sus hipótesis.
De este modo. La doctrina de Jaques Rousseau podría ser vista como una de las expresiones más coherentes del “desescolarismo”, al proponernos el aislamiento en su Emilio de una sociedad alineante. También habría sido un formidable desescolarizante, si se considera especialmente la crítica a la sociedad de su tiempo.
Quizás su error estuvo en hacer de la escuela el blanco de una condena absoluta. La radicalidad de su denuncia la impidió construir una estrategia realista para aquellos educadores e investigadores que pudieran sumarse a su estrategia realista para aquellos educadores e investigadores que pudieran sumarse a su protesta.
Muchos autores acusan a Illich de ser un pensador utópico, a lo que se suma su temprano retiro del ámbito del debate educativo general. Quizás una inserción más efectiva añadida al desarrollo de estrategias viables para llevar a la práctica sus ideas y un referencial teórico sólido que las sustente podría haber conducido a este autor por caminos distintos.
La teoría del desecolarismmo de la sociedad es una tendencia definible por la critica al sistema educativo formal y particularmente a la escuela considerada como una institución histórica y socialmente mas representativa de ese sistema y que, de un modo u otro, termina proponiendo su eliminación, su superación o coexistencia con estilos y programas no formales o no convencionales de educación.
La corriente ha tenido particular difusión en América Latina y luego en todo el mundo.
Todo pensamiento innovador siempre parte de un cuestionamiento más o menos profundo de las formas educativas vigentes.
Dice que el hombre no se puede liberar por ciertas estructuras sociales. En su discurso se pueden notar ciertas contradicciones:
·         Obsesionado por sus principios no puede concebir sociedades diferentes, tampoco la posibilidad de modificar las existentes.
·         Identifica la escuela con la iglesia, (recordemos que fue sacerdote), atribuye a otras instituciones el papel que durante siglos desempeñó la iglesia la cual produce una deformación de los términos y de las realidades  que estos describen.
·         Illich dice: “la igualdad consiste en proteger igualmente las diferencias de individuos naturalmente distintos, es decir, desiguales. Su postulado es que l hombre existe como individuo autónomo. Esta critica trae el recuerdo de Rousseau no para identificarlo con Illich sino para diferenciarlo del ‘el.
·         Los establecimientos escolares no dependen mas de que una ideología sostenida por un gobierno o por una organización económica particular.
·         Ve la creación de la sociedad a partir de la escuela.
Otra filósofa contemporánea, Hannah Arendt, fue una de las principales pensadoras de la política en el siglo XX pero su obra inspira estudios en otras áreas, entre ella educación.  No pudo dejar de ocuparse de la enseñanza. La pensadora abordó el tema en dos textos, “La crisis en la educación “y más indirectamente Reflexiones sobre Little Rock, escritos entre 1958 y 1959, respectivamente.
En aquella época las salas de clase en los Estados Unidos se veían invadidas por cuestiones sociales como la violencia, el conflicto de generaciones y el racismo.
La función de la escuela para ella, es enseñar a los niños cómo es el mundo, y no instruirlas en “el arte de vivir”. Su argumentación es a favor de la autoridad en la sala de clase y su visión educativa es fuertemente conservadora. Eso no quiere decir que ella defiende un profesor autoritario, ni trata de ser favorable a la escuela como agente del mantenimiento del orden estable. Al contrario, creía que había que  presentar el mundo al alumno y estimularlo a cambiarlo. Defendía el conservadurismo en educación, pero no en la política. Para ella, el campo político debía renovarse en forma constante movido por los objetivos de igualdad y de la libertad civil. Reivindica la total separación entre política y educación. Rechazó líneas de pensamiento que partían de filósofos como Platón y Rousseau. Según la pensadora, la política es un área que pertenece solo a los adultos que actúan como iguales, igualdad que no podría existir entre niños y adultos. Ella criticaba la educación moderna por haber puesto en práctica “el absurdo tratamiento de los niños como una minoría oprimida carente de liberación”.  Se puede notar aquí, fuertemente contrastante, con las ideas  de Freire y Giroux.
Defiende la responsabilidad de los adultos de guiar a los niños. Un concepto de responsabilidad de los adultos tanto en relación con el mundo, como con los niños. De esas consideraciones nace la defensa de la autoridad: la escuela debe traer instrucción, esto es, conocimientos que el alumno no tiene. Ese  proceso no es solo  de aprendizaje sino de representación del mundo, entendido cultura en su totalidad. Defendía que es preciso “proteger al niño del mundo y al mundo del niño”  ya que el “acoso de lo nuevo” es potencialmente destructivo.
Afirmaba que los adultos tiene dos tipos de obligaciones en relación con los niños: una recae sobre la familia, responsable por el “bienestar vital” de sus hijos. Otra queda a cargo de la escuela, a quien cabe el “libre desarrollo de cualidades y talentos personales”. Acusa a la educación practicada en los Estados Unidos, por renunciar a su función al rechazar la autoridad que transcurre en ella. “Cualquier persona que se niegue a asumir la responsabilidad colectiva por el mundo no debería tener niños y es preciso prohibirla de formar parte de la educación”.
“Formar para el mundo significa; entre otras cosas, adquirir la noción de colectivo” es un proceso que solo se realiza, en cada uno, con la intervención del pensamiento para la creación de una ética ante el grupo.
La preocupación por la pérdida de tradición, definida como “hilo que nos guía con seguridad a través de los vastos dominios del pasado, fue lo que la llevó a escribir sobre educación. La relación entre adultos y niños, no puede, según ella, quedar limitada “a la ciencia específica de la pedagogía” ya que se trata de preservar el patrimonio global de la humanidad”. Esta presente la idea de que el planeta no pertenece solo a nosotros que vivimos en él ahora, sino a todos los que ya estuvieron aquí.
“La educación es el punto en que decimos si amamos al mundo lo suficiente para asumir la responsabilidad por él” y agrega “la educación es también donde decidimos si amamos nuestros niños lo suficiente para no expulsarlos de nuestro mundo y abandonarlos a sus propios recursos”.
Autores más actuales como Carlos Cullen, Tedesco Juan, Jaimes Etcheverry; se vuelcan a aspectos como el discurso pedagógico, curriculum y competencias, procesos de aprendizaje, formación del docente, reconocen la importancia del financiamiento educativo y del papel del Estado, de la legislación, de las familias. Desde allí se proyectan hacia una comprehensión de la escuela; su ambiente y sus lazos hacia la comunidad, la importancia de la autonomía de los proyectos pedagógicos. Incorporan varias corrientes y revisan temas. Estas temáticas van variando dentro de un mundo que cambia, y con él, los contornos de la educación. Lo importante es  que la relación con tales asuntos conforma una red que se teje en diálogo con otras redes constituidas del pasado, y con las que se construyen en la actualidad.
Para Carlos Cullen,” hubo  una vez un discurso pedagógico moderno, configurado desde el mercado, el método, el contrato., que se articuló con prácticas pedagógicas segmentadas, controladas y fragmentadas y que empezó a registrar, luchas y tensiones. Entonces se ilusionó con una “remodernización del discurso”, sin atender a las insistencias de las prácticas, o con una innovación liberal en las prácticas, sin atender a la persistencia del discurso”.[7]
El abismo entre lo que se dice y se hace, entre lo que se siente y piensa y lo que se actúa, entre la teoría y la práctica, dejó a la escuela, muchas veces, como institución social sin mediaciones subjetivas, y dejó a la educación, muchas veces, como puras mediaciones subjetivas sin institucionalización social. La escuela llega muchas veces, a simular sociedad desde una posición de no-sujeto, y la educación llega a simular, mediaciones desde una posición no-institución. Es decir, la escuela corre el riesgo de quedar como pura institución social, sin sujetos reales, y la educación corre el riesgo de quedar como pura mediación intersubjetiva, sin instituciones reales. Es la relación mediación-institución la que entra en crisis.
Hay muchas formas de caracterizar las crisis de las instituciones sociales en los tiempos que corren: retorno a lo salvaje: (como postulaba Rousseau, con la figura del buen salvaje, quería significar al ser humano en su estado natural, no contaminado por estreñimientos sociales), para algunos, refugio o bien cusa, del sufrimiento de los sujetos, para otros empobrecimiento de su poder simbolizante, que servía para identificar sus actores y para llevar los problemas al campo del intercambio y la discusión, que la institución sabría o podría poner entre lo privado y lo público, lo social y lo individual. “Insisto en decir que ésta es una crisis de lo público, que afecta profundamente los saberes y los conocimientos, que no pueden ya ni restringir su universalidad a quienes pueden ver ni condicionarla a quienes saben construir”[8] Porque es la escuela, el lugar donde los saberes se hacen públicos, es en ella también donde se sintomatiza la crisis. Aquí se puede realizar una comparación  entre Cullen y Hannah Arendt en  referencia a: “lo privado es vivir una vida privada por completo, pero significa por sobre todo estar privado de cosas esenciales a una verdadera vida humana: estar privado de la realidad que proviene de ser visto y oído por los demás,  y lo público: es lo común, en primer lugar todo, lo que aparece en lo público puede verlo y oírlo todo el mundo, en segundo lugar el término público, significa el propio del mundo, en cuanto es común a todos nosotros y diferenciado de nuestro lugar poseído privadamente en él.”[9]
La resignificación de la escuela pasa entonces por la vigencia de lo público. Es decir que los saberes sean para todos, sin restricciones, pero también sin expoliaciones de saberes previos.
También hay una crisis de lo histórico en la enseñanza, porque la escuela es una práctica social: la de enseñar saberes y conocimientos. Esto fue comprendido por el mundo moderno como una práctica normalizadora, es decir una universalidad sin restricciones, pero también homogeneizadora, que supone un despojo de los saberes previos. La normalización supone que es necesario acercar un cuerpo ordenado de conocimientos fundados  a todos los sujetos desprovistos de él, con la finalidad de homogeneizar al sujeto social desde el parámetro seguro que daba la ciencia normal.  Se trata de iniciar en los paradigmas de las ciencias y en el paradigma de la cientificidad. La ideología positivista y la forma enciclopédica de comprender el universo del saber fueron los verdaderos sostenes y soportes de la normalización en la enseñanza. Cuando los saberes y los conocimientos pierden su forma enciclopédica, rompen las paredes de una epistemología de lo observable, pierde su significación social y fácilmente se desliza  hacia lo autoritario, desactualizado. Al ser también históricos afectan la enseñanza, que ya no puede moverse sólo dentro de un paradigma, y menos fijarlo. La práctica de la enseñanza necesita, asumir la historicidad del saber, a esto apunta Bachelard cuando habla de “racionalismo enseñante”. Que debe informar tanto la información básica de los docentes como su capacitación continua. La resignificación social de la escuela, desde la enseñanza, no es solo una demanda social sino que es también una política educativa.
También dice Cullen hay una crisis de lo lúdico en el aprendizaje, el tiempo del aprendizaje es también un tiempo lúdico. Que genera sus propias reglas de producción diferenciada y de comunicación comprensiva. Es un tiempo creativo, integrador, porque es un tiempo de producción y comunicación.  Por eso su propuesta tiene un solo sentido: vigencia de lo público como espacio social del conocimiento, vigencia de lo histórico en la práctica social de la enseñanza, vigencia de lo lúdico en el tiempo de aprendizaje.
También la crisis de la escuela es vista como vaciamiento de los contenidos. Este autor contextualiza que tanto la escuela nueva, los modelos tecnológicos y comunicacionales, tienden a vaciar de contenidos la enseñanza: pero es cierto también que este vaciamiento refuerza y actualiza un vaciamiento más fundamental, que opera el modelo llamado tradicional (que en realidad es el modelo moderno de la escuela).
Dice Cullen que hoy rige una política educativa que propone una reconversión o reforma del sistema educativo, con la intención de volver a regularlo y reconfigúralo “en pos de la modernidad”. Para esto intenta descentralizar, con lógica privatista, el sistema educativo, mercantilizar los contenidos, la capacitación y la investigación, desregular y precarizar la situación laboral de los docentes.
También dice que hay que pensar críticamente estas políticas, que tienden a plantear la agenda educativa más en términos de eficacia que de justicia, y que, por lo mismo, tienden a profundizar la exclusión social. Sin duda, estas políticas educativas se enfrentan a una microfísica del poder, donde las diversas prácticas sociales permiten pensar en nuevas alternativas.  Escribe Juan Carlos Tedesco al respecto en su libro: “Educar en la sociedad del conocimiento”: una de las ideas centrales de los procesos de transformación educativa ha sido la hipótesis según la cual la educación es un factor de equidad social.  “El vínculo entre educación y equidad social no es unidireccional ni estático, muestra este autor que un análisis de la realidad de países subdesarrollados (Latinoamérica) mostró que las condiciones materiales de vida de los alumnos es un factor fundamental del éxito educativo, es decir que están relacionados al status social y al nivel de ingresos de las familias. Esta situación sugiere, los resultados de la acción escolar están vinculados con el deterioro de las condiciones de educabilidad con las cuales los alumnos ingresan a la escuela. La educabilidad se refiere  a dos tipos de factores distintos: un desarrollo cognitivo básico, que se produce en los primeros años de vida (vinculado a una sana estimulación afectiva, buena alimentación y condiciones sanitarias adecuadas), y una socialización primaria mediante la cual los niños adquieren los rudimentos de un marco básico que les permita incorporares a una institución especializada distinta de la familia, como escuela”[10].
Otro autor Ricardo Vaquero habla de la educabilidad bajo sospecha, sospecha sobre el sentido de las prácticas escolares. La pregunta por la posibilidad y el alcance de lo educativo cobra dramatismo en los alumnos provenientes de los crecientemente castigados sectores populares. Entiende la educabilidad en principio como la delimitación de las condiciones, los alcances y los límites que posee  potencialmente la acción educativa sobre sujetos definidos en situaciones definidas.
Cullen dice que hay que desmitificar que la educación sea un fenómeno que se despliega en un solo escenario. “La educación dice es un complejo proceso social que tiene diversos escenarios, protagonistas, peripecias, libretos.”[11]
En principio dice existen políticas educativas y escenarios políticos para la educación: (veremos como operan antagonismos dramáticos entre lo público y lo privado, lo equitativo y lo inequitativo, las diversas hegemonías, o luchas por los consensos, la concentración y la dispersión de poderes, leyes, circulares, reglamentos) en este contexto la “otra escena” está protagonizada por el control social del discurso pedagógico.
Existen también instituciones educativas y escenarios institucionales para la educación (operan otros conflictos: autoritarismo, y participación, aislamiento y comunicación, burocracia y profesionalidad, ritos y juegos. etc.) está protagonizada por la racionalidad de las acciones pedagógicas cotidianas y de los agentes que la sostienen, y el gran tema es la autonomía.  Dice Tedesco: la secuencia de la transformación educativa comenzó por implementar procesos de descentralización y, en algunos casos de mayor autonomía a las escuelas. Estas han sido reivindicadas por los educadores y los movimientos pedagógicos orientados a lograr mayor nivel de libertad de los actores del proceso educativo para innovar, para construir opciones curriculares y para adecuarse a la diversidad social y cultural de los alumnos. En el caso de la autonomía otorgada a establecimientos no solamente esta asociada al problema de la diversidad, sino también al de desigualdad. Mayor autonomía sin mecanismos apropiados para enfrentar el problema de desigualdad frente a las variables económicas que afectan el rendimiento escolar no sólo puede ser ineficaz para resolver el problema sino agravarlo aún más.
Esta crítica a la escuela pública por su centralización lo planteaba Ivan Illich, decía que la escuela tenía burocracia interna, era rígida y por sobre todo las desigualdades que encubre.[12]
Existen finalmente para Cullen: sujetos pedagógicos y escenarios subjetivos para la educación, aquí la otra escena está constituida por las singularidades y su resistencia a las mediaciones pedagógicas que buscan determinar una subjetividad educada, y el gran tema es la lucha por el reconocimiento del deseo de aprender y del poder de enseñar.
Otro pensador contemporáneo con notables aportes es Jaim Etcheverry quién dice que “a través de la educación cada uno construye su propia libertad”. En cualquier lugar donde se encuentre, y creo que esa es la idea central de la tarea que aquí se realiza y que es la misma que realiza la Universidad en sus otras aulas: La de ayudar a que cada  una de las personas que se acercan con voluntad de aprender, hagan eso, construyan su libertad”. Este autor, al igual que Tedesco y Cullen, reflexiona acerca de la crisis educativa argentina y explica cómo pensar que la educación aparenta ser una prioridad en el discurso de los dirigentes, esta preocupación no se traduce en políticas y decisiones concretas. “La educación es una de las cuestiones que más parecen  preocupar a la sociedad contemporáneas, sin embargo, la acción concreta de los argentinos no parece estar guiada por esas ideas”. Dice: el fracaso escolar de nuestros niños y jóvenes no es el fracaso de un modelo cultural y de un sistema educativo ni de la institución escolar; es ante todo, el fracaso de un modelo cultural y de un sistema de valores que, si bien ensalzan las virtudes de la educación y del conocimiento; erigen como ejemplos de vida y de conducta justamente los modelos opuestos.
El se centraba en la defensa de la gratuidad y universalidad de la educación superior, sosteniendo la necesidad de incorporar a la universidad al servicio público y enfatizar su papel en la educación, retomando así los principios de la Reforma Universitaria de 1918.
Según Tedesco el fracaso se explicaría porque el sistema educativo se amplia, pero sigue existiendo. El éxito de la expansión solo seria posible si se modificara la estructura interna de la acción pedagógica, adecuando la estructura a los rasgos propios del nuevo público que se pretende incorporar.
Históricamente, la expansión de la escuela supone siempre un cierto grado de ruptura con la socialización primaria (familia). Es precio recordar que la propuesta tradicional tenía dos características básicas: la cultura escolar reproducía el orden ideológico dominante, implicaba que la escuela debía conquistar un espacio que antes le correspondía a otras instituciones. La cultura escolar comenzó a ganar autonomía respecto a la cultura social. La peculiaridad de América Latina consiste en que la cultura escolar comienza a masificarse cuando adquiere las características de una cultura empobrecida. En consecuencia los modelos culturales que se ofrecen a las masas de población que acaban de incorporarse al sistema educativo no serian representativos de los modelos culturales vigentes.
        




CONCLUSIÓN
Muchos pensadores que han sido referentes importantes en la historia de la pedagogía, tuvieron la preocupación sobre el tema de la educación. Hace más de dos siglos aparece en la obra Jaques Rousseau, cuando propone que la educación sirva para el desarrollo del hombre natural, mediante el aprendizaje para toda la vida. Que el niño aprenda haciendo frente, por sí mismo, a los problemas de la vida.  Lo ideal, para Rousseau, era que cada uno hiciese el aprendizaje de la vida, como un Robinson Crusoe en una isla.
Pestalozzi lo que plantea de manera expresa, al proclamar que “el fin último de la educación no está perfeccionamiento de los conocimientos escolares, sino en la eficiencia para la vida; no estriba en hacerse con unos hábitos de obediencia ciega y de diligencia en someterse a las prescripciones, sino en preparase para un obrar autónomo”.
Posteriormente John Dewey concibió a la escuela como una “comunidad embrionaria”. Su idea era que la educación debe formar para la vida comunitaria mediante la acción del maestro que pregunta y observa lo que sucede en la clase, con el fin de extraer su significado pedagógico y para ayudar al aprendizaje de las virtudes sociales. Dewey enfatizó la necesidad de situar a la educación en relación directa con las necesidades de la vida. Él fue, por otra parte, el que popularizó dentro de la pedagogía el principio de la actividad (“learning by doing”), el aprender haciendo.
Preocupaciones semejantes  encontramos en los médicos que influyeron fuertemente en la pedagogía del siglo XX: Ovide Decroly, que fundó en Bruselas (1907) su “escuela para la vida por la vida”, al mismo tiempo que proponía un método activo de enseñanza. La otra es María Montessori, que en ese  ismo año fundaba en Roma la “Casa de los Niños”. Ella proponía que las actividades estén centradas en los intereses de los niños. Un aporte importante que realizó fue: el haber aplicado a la pedagogía los principios fundamentales de las ciencias experimentales con el propósito de dotar a esta disciplina de una base científica. Propugnaba también la autoeducación en términos en que hoy podemos llamar la educación permanente.
Freire afirma que las personas humanas somos seres inconclusos, a la vez estamos llamados a “progresar en la humanidad”. Pero he aquí que la “deshumanización” como señala Freire, no sólo es una viabilidad ontológica, sino también una realidad histórica. El defendía como objetivo  de la escuela enseñar a alumno a “leer el mundo” para transformarlo. La educación fundamentada en el dialogo es una de las pieza claves de la concepción freiriana que trasciende la práctica pedagógica para insertarse en la praxis política.
 Hannah Arendt criticaba el tipo de educación considerada “moderna” en aquella época y también hoy. Cuestiona conceptos pedagógicos más difundidos desde fines del siglo XX y que se originan en el movimiento de la Escuela Nueva y de la concepción del trabajo educativo como aprendizaje “para la vida”. La función de la escuela para ella, es enseñar a los niños cómo es el mundo, y no instruirlos en “el arte de vivir”. La escuela no es ningún modo el mundo, ni debe ser tomada como tal; es más que eso la institución que se interpone entre el mundo y el dominio privado del hogar.
Iván Illich por su parte sostiene que la escuela parece estar lejos de alcanzar un buen nivel de capacitación, de conocimientos mediante la escolaridad de todos los miembros de la sociedad. Esta alejada de esta meta. Nos dice que las zonas marginales crecen cada día mas, quedando en su interior una gigantesca masa de frustrados que no han alcanzado el anhelado nivel de escolaridad. Esta situación ha puesto en duda la eficacia de la institución escolar como órgano educativo capaz de universalizar la educación.
A la vez propone soluciones para este problema, estas son: las redes del saber y la convivencialidad. En cuanto al primer término no dice que debemos formar redes, comunicacionales, nuevas instituciones educativas en la que cualquiera que desee educarse  pueda hacerlo, no importa en que momento de la vida lo haga. Estando  beneficiados con los recursos necesarios. Quienes deseen compartir sus conocimientos pueden encontrar otras personas que deseen adquirirlos. Hace hincapié en la expansión libre de ideas.
Lo que se refiere el segundo termino: convivencialidad quiere decir la capacidad de mantener relaciones autónomas y creadoras con otros y con el medio ambiente, por este motivo habla de redes.
Seria un retorno a ciertas formas comunitarias que fueron típicas del cristianismo primitivo.
Carlos Cullen  hace una revisión crítica  de los de tres paradigmas pedagógicos de fuerte influencia en nuestro medio, y que desde diferentes planos produjeron y producen un “vaciamiento de contenidos”
 El paradigma moderno de la llamada “educación tradicional” que  se generó conforme a dos características básicas una generar un consenso político democrático (popular) entorno a la gestión de una clase dirigente no popular (elitista), otra era  lograr un sujeto económico “abstracto”. Es el sujeto del trabajo en la economía capitalista concebido como un valor medible. Concordando esta idea con lo que dice Illich: el cual considera la educación como productora de conocimientos; el valor del aprendizaje aumenta con la cantidad de información de entrada, y este valor puede medirse y documentarse mediante grados y diplomas.
Este modelo tradicionalista  se caracterizó por la adquisición de conocimientos en función de estímulos externos y asociaciones internas, el alumno considerado tabula rasa.
En el Paradigma de la experiencia llamada Escuela nueva: se reivindica la experiencia del sujeto del aprendizaje y la necesidad de que la vida misma vaya al aula, de la capacidad de los niños de ser ellos sujetos de su propio aprendizaje, pudiendo encontrar desde ellos ismos activamente lo que la sociedad dominadora quería impedirles pasivamente.
Hay dos líneas que recogerán esta crítica “escolanovista” a los contenidos enciclopédicos de la escuela tradicional: la psicología genética y el conductismo.
 En cuanto a los paradigmas de los modelos comunicacionales: comienzan a operar en la pedagogía de la década del 70, propondrá un vaciamiento de contenidos no solo de los culturales de la memoria popular sino también de los científicos a diferencia de la escuela nueva donde todavía operan. Este paradigma trata de construir un sujeto expresivo y creativo.
Del Paradigma Critico: Cullen nos dice que la pedagogía del “oprimido”, tiene que entender que el oprimido también se resiste y que por lo mismo la llamada pedagogía crítica tiene que entender que el vaciamiento de contenidos no se refiere sólo a los científicos, legitimados socialmente desde centros de poder, sino que se refiere de manera fundamental a los contenidos culturales de la memoria cultural.
Por eso postula una corrección popular de la educación liberadora y de la pedagogía crítica, que pueda reivindicar la función transformadora de la escuela, sin por eso ilusionarnos que con una “concientización” o una vuelta de contenidos va a producir sujetos críticos. El problema radica en la articulación de los contenidos que la escuela enseña con  los de la memoria popular.
 Como  docente de pedagogía, este trabajo,  me permitió identificar los diferentes pensamientos sobre educación y reconocer sus aportes en el contexto histórico que surgieron.  Analizar el papel asignado a la sociedad, a la educación, a la institución educativa, a los conocimientos y a los sujetos educativos en los diferentes planteamientos pedagógicos. También comprender los procesos de transformación de la escuela en las distintas etapas históricas.
 Pienso que la crisis de la educación no es privativa de los países desarrollados. La crisis además no es propia de la educación, sino de la sociedad toda. Y que la confrontación no solo es pedagógica sino política. No comparto la visión de Arendt, cuando dice que política y educación deben estar separadas. Ya que a mi criterio, la educación es eminentemente política. De ahí la imposibilidad de implementar una pedagogía neutra.  Nos preguntamos si en el seno de este modelo educativo actual, no solo se pretende excluir a las clases populares sino también a buena parte de la clase media. Nos planteamos: ¿en el futuro la lucha de clases no se dará por apropiación del conocimiento?





Bibliografía
  • Cullen Carlos: “Perfiles ético-políticos de la educación”. Editorial Paidós.
  • Freire Paulo:”Pedagogía del oprimido”. Editorial Siglo Veintiuno. Ano 2002
  • Freire Paulo: “El grito manso. Impreso en Artes gráficas Delsur.Buenos Aires. Argentina. 2003.
  • Giroux Henry: “Los profesores como intelectuales”. Barcelona. Editorial Paidós
  • Barbera Gerardo: “Críticas socioeducativas de Iván Illich”. Instituto superior Salesiano de Filosofía y educación. Ano 1987.
  • Revista Trimestral de Educación comparada. (París, UNESCO: Oficina Internacional de Educación). Volumen 23. ano 1993.
  • Arendt Hannah: “La condición Humana” editorial Paidós. 1ª edición 1993, 1ª reimpresión, 1996.
  • Mundo Daniel:” Crítica apasionada” lectura introductoria a la obra de Hannah Arendt. Prometeo Libros, 2003.
  • Abraham Tomás:” Vidas filosóficas”. Editorial Universitaria de Buenos Aires. 1ª edición, 1998.  1ª reimpresión, 2003.
  • Ezequiel Ander-Egg: “Un puente entre la escuela y la vida”. Editorial: Magisterio del Río de la Plata. 1995.
  • Dewey John: “El niño y el programa escolar”. Mí credo pedagógico. Editorial Losada, S.A. 1º edición 1999.
  • Tedesco Juan Carlos: “Educar en la sociedad de conocimiento”. Fondo de cultura Económica.  Buenos Aires. Argentina. 2000.
  • Tedesco J. C., Nassif R., Rama G: “El sistema educativo en América Latina”. Editorial Kapeluz. Año 1984. Argentina
  • Historia del pensamiento pedagógico occidental: grandes pensadores.1ª edición- Papers Editores, 2005.



[1] Dewey John:” el niño y el programa escolar” Mi credo pedagógico. CON UN ESTUDIO PRELIMINAR DE Lorenzo Luzuriaga. 3ª edición. Editoral Losada. Buenos Aires Argentina.
[2] Freire Paulo:”Pedagogía del Oprimido” pág 71
[3] Freire Paulo:”Pedagogía del Oprimido” pág 95
[4]  Henry Giroux: “Los profesores como verdaderos intelectuales” hacia una pedagogía crítica del aprendizaje. Barcelona. Editorial Paidós pág. 12
[5] [5]  Henry Giroux: “Los profesores como verdaderos intelectuales” hacia una pedagogía crítica del aprendizaje. Barcelona. Editorial Paidós pág. 12.
[6] Cuadernos de pedagogía, Barcelona julio-agosto 1975, pag 16
[7] Cullen Carlos: “Perfiles ético-políticos de la educación. Editorial Paidós. Pág. 17
[8] Cullen Carlos. “Críticas de las razones de educar”. Saberes y conocimientos en la resignificación de la escuela”.pág 50.
[9] Arendt Hannah: “la condición Humana” editorial paidós1º edición 1993, 1º reimpresión 1996, pág. 59 a 72.
[10] Tedesco Juna Carlos: “Educar en la sociedad de conocimiento”. Fondo de Cultura Económica. 2000. Buenos Aires. Argentina .pág. 93
[11] Cullen Carlos:” perfiles ético-políticos de la educación”. Pág. 19.
[12] Illich Ivan: En América Latina ¿Para que sirve la escuela? Bs As, ediciones Búsqueda, 1973

No hay comentarios:

Publicar un comentario