miércoles, 7 de marzo de 2012

SARMIENTO. PEDAGOGO SOCIAL.


 

LA HISTORIA DE SUS PADRES

Nació en una provincia ignorante y atrasada, en el barrio el Carrascal. De una familia que ha vivido largos años en una mediocridad muy vecina de la indigencia. Probablemente nació el 14 de febrero de 1811. Fue bautizado el 15, fecha que Sarmiento tuvo por la de su nacimiento. Su nombre verdadero Faustino Valentín, cayendo en el olvido éste segundo nombre y habiéndole impuesto la familia por alguna tradición, el de Domingo.

Su madre Paula Albarracín, fue heredada junto a sus quince hermanos por su padre: Don Cornelio Albarracín con algunas tierras que el era dueño en el valle de Zonda. Escribe Sarmiento que su madre sabía leer y escribir. Su inteligencia era poco cultivada, relata que en una de las clases de gramática que tenía el con sus hermanas, ella sólo escuchaba, y que por las noches mientras ovillaba su lana, resolvía todas las dificultades que tenían sus hijas, dando definiciones de nombre, verbos,, los tiempos, los accidentes de la oración, con una sagacidad y exactitud raras. A parte de esto, su conciencia, estaba educada con una elevación que la más alta ciencia no podría por sí sola producir jamás. Cuenta además Sarmiento que su madre había reunido una pequeña suma de dinero, echó los cimientos de la casa que debía ocupar en el mundo al formar una nueva familia. Y como aquellos escasos materiales eran pocos para obra tan costosa, debajo de las higueras que había heredado en su sitio, estableció su telar. En aquellos tiempos una mujer industriosa, podía contar consigo misma para subvenir a sus necesidades. Las industrias manuales poseídas por su madre eran tantas y muy variadas: hacía de seda suspensores, pañuelos de mano de lana de vicuña, corbatas y ponchos, a estos trabajos se añadían una multitud de labores en hilo que se empleaban en ornato de las mujeres y de los paños sagrados. "dice Sarmiento: la reputación de omnisciencia industrial la ha conservado mi familia hasta mis días; y el hábito del trabajo manual, es en mi madre parte integrante de su existencia".

Con estos elementos, la noble obrera se asoció en matrimonio, a poco de terminada la casa, con don José Clemente Sarmiento, su padre, joven apuesto, de una familia que también decaía como la suya, y le trajo en dote la cadena de privaciones y miserias en que pasó largos años de su vida. Tal como su madre había sido educado en los rudos trabajos de la época. Pero el sostén de la familia por las malas acciones de su padre, recayó sobre su madre.

Las circunstancias adversas que dificultaron su educación y el espectáculo siniestro que ofrecía el país, como consecuencia de la penuria económica y cultural gestaron, en Sarmiento, sin duda su concepción pedagógica de tipo social.

Se distinguen en la pedagogía de Sarmiento, los siguientes conceptos: civilización, democracia, conciencia nacional.


 

DOCTRINA DE SARMIENTO


 

Para Sarmiento la tarea de civilizar la Argentina había sido más que un problema de educación escolar, a pesar de sus preocupaciones por la fundación de escuelas: era también el combate contra los resabios del colonialismo mental, o sea, la busca de la inserción de su patria en el mundo moderno.

La tarea educativa Sarmientina comienza con la formación de sí mismo leyendo con abundancia en procura de conocimientos útiles para el país; de ahí el tema central de sus síntesis autobiográficas: "Hice la guerra a la barbarie y a los caudillos en nombre de ideas sanas y realizables y llamado a ejecutar mi programa, si bien todas las promesas no fueron cumplidas, avancé sobre todo lo conocido hasta aquí en esta parte de América".

Y en el siguiente párrafo dice:"He labrado, pues, como las orugas mi tosco capullo, y, sin llegar a ser mariposa, me sobreviviré para ver que el hilo que depuse será utilizado por los que me sigan". (MarcadorDePosición1)

Nada lo impresionó tanto como las invasiones de las montoneras fanatizadas y explotadas por los caudillos, de cuya furia bárbara Sarmiento, fue víctima.

La barbarie y el caudillismo, con su secuela de ignorancia, pobreza, anarquía y fanatismo, formaban, según Sarmiento, la familia de nuestros males sociales.

Se entiende por pedagogía de Sarmiento a su doctrina y a su obra educativa, expuesta en libros, periódicos y lo que realizó en las más variadas situaciones de su existencia, desde ser el preceptor de sus hermanas y maestro de escuela, hasta el de senador nacional y presidente de la república.

Sostuvo el valor absoluto de la acción educadora, ya en el Análisis de las cartillas, silabarios y otros métodos de lectura (que publicó en Chile en 1842), con carácter de director de la Escuela Normal afirmaba: "La instrucción primaria es la medida de la civilización de un pueblo".

La fe en la acción civilizadora de la escuela no lo abandonó jamás. Así hacia el final de su existencia, pudo decir:"Tal es la convicción profunda que campea en las páginas que preceden, en que hemos querido mostrar a la vez cómo la instrucción primaria es la base de la religión, de la libertad y la prosperidad nacional, y cómo de su difusión depende la suerte próxima del país"

No se trata de una pedagogía sistemática, el núcleo básico de ésta se halla presentado en un informe que presentó al ministro de instrucción pública en Chile, con el título De la Educación Popular, donde planteó, por primera vez en forma orgánica, todo su programa de civilización por medio de la escuela. Todos sus escritos y actos posteriores de su finalidad educativa, constituyen el desarrollo y la aplicación de las ideas sostenidas en la obra de 1849, fruto de sus viajes a Europa y a los Estados Unidos en cumplimiento de la misión encomendada por el gobierno chileno.

Esto le proporcionó la gran oportunidad de tomar contacto directo con un movimiento educativo altamente progresista, influido en apreciable medida por las ideas pestalozzianas y, por lo mismo, hondamente arraigado en la comunidad.

Conferenció con Guizot, visitó la Escuela Normal de Versalles, estudió el método Morin y practicó en el colegio de Leví Alvarez. En España investigó el desarrollo de la ortografía, por consulta directa de antiguos manuscritos, y se inscribió miembro de la Sociedad de Profesores de Madrid. Holanda le reveló el sistema simultáneo que permite duplicar la población de escuelas. En Italia visitó algunos institutos de ciegos y sordomudos. Los seminarios prusianos, o establecimientos de profesorado secundario, le enseñaron el alto normalismo, y en los Estados Unidos, ratificó sus mejores instituciones sobre la enseñanza democrática.

La pedagogía deriva en último término de la concepción que Sarmiento tenía de la vida humana, convencido de la posibilidad de transformar al pueblo por la acción de la escuela.

Elaboró una pedagogía social asentada en premisas políticas. "El sentido y las ideas que dominan en su política educacional y en su acción escolar, lo ubican dentro de la moderna pedagogía de orientación social."

Los autores en que se inspiró su doctrina pedagógica fueron: Locke, Rousseau, Montesquieu, Tocqueville, Condorcet, Leroux, Cousin, y otros que siguieron al iluminismo, de la enciclopedia y del romanticismo.

Sarmiento tuvo la capacidad de aprender con los riesgos peculiares de autodidactismo.

Las ideas eran también para Sarmiento el origen de toda civilización y de toda libertad.

La civilización es una cuestión de ideas. El hombre civilizado necesita más ideas que pan; porque en el estado de civilización las ideas suministran pan, pero nunca el pan produce ideas. La doctrina de Sarmiento, muchas veces contradicha por él mismo, consiste en esto. De ahí emana su lucha, que no concluyó jamás, contra la tiranía ("así desaparezca Rosas"), porque el verdadero tirano es la ignorancia que, desigualando irremediablemente a los hombres, impide el triunfo de la libertad y los entrega inermes a todos los males del espíritu y del cuerpo. La descripción que detallamos a continuación sobre Sarmiento escritor, educador, político, legislador, gobernante innovador y militar será la descripción de esa lucha. Por eso consagró lo mejor de su vida a fundar escuelas para difundir sus ideas y en predicar para enseñarlas.


 


 

SARMIENTO: PRESIDENTE

Electo presidente, su obra de estadista tuvo la instrucción pública por fundamento. Creó en las provincias la instrucción primaria superior o graduada, y asignó premios a aquellas que educaran mayor número de niños, para fomentar así la enseñanza. Dicha ley estuvo vigente durante toda su presidencia.

Las subvenciones escolares con igual objeto, ascendieron, de 15.000 pesos que se gastaba regularmente desde 1864, pasó a 64.000 pesos en 1869. Un decreto fijó las condiciones requeridas para fijar las condiciones requeridas para percibir subvenciones, y una ley (en 1871), su proporción por provincia. La gratuidad de la enseñanza comenzó con los textos escolares, en los cuales se invirtió 12.000 pesos; pero la compra y la distribución no correspondieron, desgraciadamente, a la buena idea de Sarmiento.

Como según los principios de Sarmiento, los ciudadanos eran acreedores al maximun de enseñanza fiscal, su acción no se limitó a la enseñanza primaria.

Los colegios nacionales merecieron toda su atención. Modificó el plan de estudios, si bien con carácter enteramente literario. Sólo en dos años, de los seis que constituían figuraban la física, la química y las matemáticas. El resto concernía al latín, francés, inglés e historia.

En San Juan y Catamarca funcionaron a título regional, cursos de minerología. En Buenos Aires, otros, libres y nocturnos, de geometría, mecánica, química y estenografía. Sarmiento, fue el primero que lleva a las provincias la escuela primaria de la nación.

En 1869, empezó a desarrollarse la enseñanza normal, con la creación de cursos anexos en los colegios nacionales de Corrientes y de Uruguay, a los cuales se agregó las escuelas de aplicación correspondientes. El gobierno costeaba en ellos diez becas. Una ley del mismo año autorizó la fundación de dos escuelas normales. Al siguiente año, se fundó la de profesores de Paraná, con setenta becas. Su plan fue excesivo y desequilibrado. Las matemáticas comprendían siete materias, inclusive la agrimensura; pero faltaba la historia natural. Se desarrollaba en cuatro años, como ahora. La edad mínima para ingresar a los cursos era de dieciséis años; requisito previsor, pues evitaba el egreso de maestros demasiado jóvenes.

Las ideas liberales de Sarmiento comprendían también el clero. Entre los institutos docentes que fundó u organizó, figuran los seminarios conciliares. La circunstancia de ser sacerdote a cualquier ciudadano, no le quita su derecho a la educación. Todo lo contrario. La suya dice Sarmiento, requiere el mayor interés, puesto que es un director de espíritus.

El colegio militar y la escuela naval, son fundaciones de esta presidencia.

Creó dos cursos análogos en Salta y Tucumán, con su correspondiente plan de estudios. Ordenó las primeras investigaciones oficiales sobre etimología agrícola, y estableció el primer curso de veterinaria. Corresponde también a su gobierno el plan de enseñanza de la minería y la institución de un premio para el descubrimiento de la hulla.

Le preocupó la educación de los sordomudos y de los ciegos. Levantó, el primer censo escolar, fundamento de todo plan orgánico de instrucción pública, y organizó la estadística de la enseñanza primaria, que es el complemento de aquella medida. Pudo señalar en ella una de las cifras significativas de su gloria. La población escolar alcanzó bajo su gobierno a cien mil niños.

En la enseñanza superior fundó el Museo de Historia Natural, para cuya dirección trajo a Burmeister, el ilustre contradictor de Darwin, quien era, una de las grandes admiraciones de Sarmiento.

Fundó la Facultad de Ciencias de Córdoba, a cuyo efecto contrató en Europa, un plantel de profesores extranjeros, que iniciaron el estudio científico de nuestra naturaleza con notables trabajos. Vinculó su nombre a una de las más importantes contribuciones científicas ofrecidas por nuestro país: la formación del mapa celeste del hemisferio austral.

Concluida la presidencia de la República aceptó con ejemplar modestia el puesto de Director General de Escuelas de la provincia de Buenos Aires (cargo desempeñado por segunda vez), al año siguiente (1875), produce ya la Ley de Educación común.

El Consejo General (institución de su incesante propaganda), queda fundado por ley.

En el año 1876, reglamenta las escuelas de su dirección, y funda el periódico quincenal La Educación Común en la Provincia de Buenos Aires.

En 1881, el gobierno nacional lo nombra Superintendente de Educación, lo cual le daba la presidencia del Consejo Nacional creado en reemplazo de la comisión del mismo nombre. La primera medida de Sarmiento fue un rasgo peculiar de su carácter emprendedor. Convocó a los maestros para darles en persona una lección de lectura.

Por ultimo su otra gran labor docente: la fundación de bibliotecas populares. La escuela inmóvil, la enseñanza de la lectura no bastan. "Hay que enviarlas a lugares difíciles, donde no exista la civilización". No hay educación popular, sin bibliotecas. El gobierno de Chile había escuchado esta verdad, y fundó en 1856, bibliotecas en todos las capitales de departamentos. La iniciativa aquí, en nuestro país fue un fracaso. Sarmiento no tuvo colaboradores y él mismo carecía de los dotes esenciales de administrador. La contabilidad y la distribución de la renta fueron malas. Quedó suprimida por la crisis económica en 1876. La Comisión Protectora de Bibliotecas Populares, organizada por él, contaba con facultades autónomas, lo que demuestra la importancia atribuida, pero ésta no estuvo a la altura de su misión.


 


 

SARMIENTO: EL EDUCADOR.


 

La compasión a la ignorancia y el amor a la verdad hicieron de Sarmiento un educador.

De ver a los montoneros fanatizados por el mismo caudillaje que explotaba su lamentable condición, de analfabetos, vio la idea de enseñarles a leer. Arte que poseía desde muy niño. El decía: educar al pueblo para que pueda ser libre.

Así como no formuló una pedagogía sistemática, tampoco enunció un concepto orgánico, estable acerca de la educación. El tema preferente de sus teorías y realizaciones pedagógicas fue el de la instrucción pública, cuya finalidad-según palabras suyas- consiste en "preparar el uso de la inteligencia individual, por el conocimiento rudimental de las ciencias y hechos necesarios para formar la razón".

Quería elevar el nivel social de la comunidad, con la acción educativa impulsada por el Estado. Pero esta acción dirigida principalmente a promover el aumento de la capacidad intelectual por medio de la ciencia, debía proyectarse sobre la masa, el grueso del pueblo, dejando de constituir un privilegio de los grupos dominantes. Aquí está el fundamento de la pasión por la escuela primaria, a la que llamó educación popular o educación nacional o también educación común.

La educación popular constituyó el programa de acción del Maestro de América, dando título a su obra más difundida, tal vez la que mereció su permanente predilección.

Denominó así la publicación del informe sobre sus viajes de 1845 a 1847, fundando que, del examen efectuado en los países más progresistas comprendidos en la visita, se desprendía-son sus palabras- "que hay en el mundo cristiano, aunque en fragmentos aquí y allá dispersos, un sistema completo de Educación Popular que principia en la cuna, se prepara en la Sala de Asilo, continúa en la escuela primaria y se completa en las lecturas orales, abrazando toda la existencia del hombre".

La educación democrática es instrumento de liberación del pueblo; con ella toma conciencia de sus derechos y conquista las armas indispensables para hacerlos respetar. Sin educación universal e igualitaria no puede haber República ni gobierno democrático. Solo la escuela pública dice Sarmiento es el único medio de asegurar la unidad nacional, y que puede ser la solución ante nuevos factores de conflictos potenciales.

Según Sarmiento nuestra educación debe ser laica. Lo exigen factores determinantes del progreso social, razones de orden cultural y necesidades del régimen democrático republicano. De ahí su campaña encendida, y a menudo, muy violenta a favor de la laicidad escolar, desarrollada a través de las páginas de El Nacional en oportunidad del Congreso Pedagógico de 1882, primero, y de los debates producidos en el Parlamento al tratarse el proyecto sancionado como ley Nº 1420, dos años después.

Tenía presentes las nuevas condiciones de la sociedad argentina y el sentido de su desarrollo como consecuencia del proceso inmigratorio. Por ello concebía a la institución escolar como un recinto sagrado dentro de cuyos muros tenían asilo, sin distingo alguno, seres de las más variadas procedencias: argentinos y extranjeros, ricos y pobres, católicos, protestantes y agnósticos. La mutua comprensión y la tolerancia recíproca, por encima de sectarismos y de dogmas, constituían la más firme garantía de una general elevación humana.

Para el laicismo, las creencias y los problemas de la fe están reservados al hogar doméstico y a la Iglesia.

En el concepto de educación como función social a cargo de Estado afirma los siguientes principios:

  • La enseñanza primaria constituye un ramo de la administración pública. El Estado preside la educación, la dirige la inspecciona.
  • La escuela pública reconoce como fundamento la necesidad de asegurar a todos los habitantes los derechos a la cultura y la educación cívica, afirmar la unidad nacional y favorecer la formación de los cuadros técnicos y científicos que requiere el desarrollo del país.
  • Por tanto, en el Estado todo niño debe recibir educación.
  • La masa total de la renta para sostener las escuelas debe ser proporcionada al número de niños de 14 a 16 años que haya en el Estado.
  • Esta renta debe formarse con el aporte del Estado y de los padres de familia.

La obligación de los padres y tutores, con respecto a la asistencia de los niños a la escuela, resulta más bien de carácter moral, y no jurídico, pues Sarmiento no determinó la sanción correspondiente a su incumplimiento.

Los libros dogmáticos de sus primeras lecturas, la exhibición odiosa del preceptismo clerical que argumenta sus postulados con el infierno, le revelaron que no hay libertad posible sin el ejercicio de la razón.

Hasta mediados del siglo pasado, la mujer llevaba una existencia sedentaria y casi vegetativa, recluida en el hogar y dedicada exclusivamente, en el mejor de los casos, a las labores domésticas. Permaneció así, extraña a las manifestaciones culturales, agravado ello por una religiosidad estrecha y una ignorancia agresiva. Era evidente, pues, que mientras la mujer continuara en esta situación social, la civilización se detendría en puertas del hogar doméstico. Las naciones de Europa, decía Sarmiento, nos han dado el ejemplo de su verdadera civilización, reconociendo los deberes y los derechos de las mujeres. Esta cuestión de la influencia de las mujeres en el desarrollo de las naciones americanas fue una de las primeras preocupaciones de Maestro, como lo prueba la fundación del Colegio Santa Rosa, pensionado de niñas, en San Juan, en 1838.

De aquí su apostolado, que iba a realizar por primera vez en el Colegio Santa Rosa, después de aquellas obscuras empresas en los andes, Pocuro y Copiapó, donde enseñaba a los mineros de Punta Brava por medio del silabario y del dibujo.

El Colegio de Santa Rosa se instaló en los claustros de un monasterio, que fray Justo de Oro, tío de Sarmiento, había proyectado hacía años atrás, destinado a la educación de los habitantes de la comunidad, y su origen fue una recomendación del mencionado sacerdote a su hermana doña Tránsito, para que pusiera la educación de su hija en manos del sobrino cuando éste ultimo regresó de Chile. Así se explican, tanto el nombre de la casa como la enseñanza de la religión, que abundaba en su plan de estudios: requisito indispensable a las ideas de aquella sociedad y de su gobierno; pues ya se sabe que los caudillos federales eran fervorosamente católicos.

La disciplina era rigurosa en lo concerniente al trabajo y diversiones. Comprendía salidas fuera de los habituales recreos, visitas a familias respetables; para que las alumnas aprendiesen urbanidad; ingeniosa vinculación del hogar con la escuela por medio de la cortesía y de las buenas costumbres. Las pruebas consistían en un examen semanal, uno mensual, uno trimestral y uno anual muy solemne, pues era fiesta pública a la cual asistía el gobernador. Los premios consistían en anillos, collares, dijes. Sarmiento amó con toda su alma aquella institución, cuyo fracaso se lamentó muchos años después.

Como mencionamos en los párrafos anteriores, le daba mucha importancia a la educación de la mujer. De ella, decía, depende la suerte de las naciones. Por esto, una de sus primeras medidas en la materia, cuando gobernó fue crear las escuelas normales de maestras. La vinculación de la escuela con la maternidad fue uno de sus temas favoritos. Quería fundar salas de asilos para los niños de las obreras, mientras éstas se hallaran trabajando: institución benéfica que no tenemos aún. Veía en la educación de la mujer la mejor propaganda de la libertad espiritual. Por esto eligió para pronunciar su famoso discurso contra el clericalismo, en 1883, la escuela normal de maestras de Montevideo. Sus artículos La Escuela sin la Religión de mi Mujer resultaron de la polémica motivada por aquella pieza oratoria, e iniciaron la campaña liberal que produjo al año siguiente la ley de enseñanza laica.

Su autodidáctica comprendía el francés, el inglés, matemáticas, literatura, y el dibujo, cuya importancia pedagógica percibía en toda su amplitud: como un lenguaje directo

Su método de enseñanza era racionalista. El sistema queda formulado en doce líneas. Primero, el fundamento racional: de lo conocido a lo desconocido. Luego, la progresión de las dificultades, la oportunidad de los conocimientos, conforme a las ideas que el alumno tiene; la abolición del mecanismo; que es rutina; el interés por la enseñanza.

Su método también es integralista. Quiere que la educación intelectual esté fundada sobre la educación física. La lección de cosas ha de constituir a su vez el fundamento de aquélla. Para esto pide el museo escolar, todavía rudimentario en nuestras aulas. Su lección sobre un trozo de pedernal, elemento tan abundante en Chile, constituye un modelo al respecto.

El plan de aquella primera escuela normal adoleció, sin embargo, de grandes defectos. No contenía ciencias naturales, lo cual es indispensable para la enseñanza objetiva, y carecía de escuela de aplicación, convirtiendo en teórica la pedagogía, que es esencialmente práctica.

Ha de mencionarse también entre las diferencias de aquella pedagogía el uso de castigos corporales, penitencia y premios, cuya abolición difería, sin embargo, el educador, para cuando "el arte de enseñar haya hecho progresos". Lo cual quiere decir que consideraba fundamentalmente malos esos procedimientos.

En cambio deseaba suprimir el examen cuya utilidad apreciaba para los estudios superiores solamente, y sustituirlo por la acción constante de la enseñanza que es, en suma, la verdadera disciplina

En cuanto a la lectura y escritura, alcanzan un adelanto notable. Hasta el día de su muerte, Sarmiento conceptuó, que el deber por excelencia del hombre para sus semejantes es enseñarles a leer.

La importancia asignada a la lectura por el educador traía consigo la verdadera reforma. "De la perfección de la lectura depende la civilización de un país". También percibió la dificultad de los textos escritos con ideas y estilos adultos. Decía que el autor debía escribir como sí él mismo fuera un niño, así su método de lectura se fundaba en las dificultades de la infancia.

El dibujo, no era para él un arte de adorno, constituía uno de los fines de la educación popular; lo cual quiere decir que atribuía a la estética un papel primordial en la enseñanza.


 


 


 


 

SARMIENTO: EL ESCRITOR.

Sarmiento fue periodista antes de ser autor de libros, circunstancia cronológica que determina, como es natural, la formación del escritor, y con esto el examen crítico.

Las cualidades y defectos más prominentes de aquel son sus rasgos de periodista. Las peculiaridades que producían su prosa, la impresión del estilo, siempre urgente. Su gala literaria, resultante de un temperamento nativo de escritor, le viene al correr de la pluma. Por esto es siempre fragmentaria. El positivismo es también su cualidad dominante, y de aquí la escasez de sus metáforas. Su lógica es la de los acontecimientos, no la de las ideas.

Sarmiento subordinó sus dotes de escritor a estos rasgos de periodista.

El Zonda, primer periódico de Sarmiento, iniciando la evolución del periodismo. Luego funda en la capital chilena el primer diario (1836, llamado Filopolitas). Pocos años después surge un nuevo tipo de publicación "La Crónica" que entonces se asemejaba al folleto, destinada a la lucha contra Rosas, su redacción quedaba subordinada a la lentitud de comunicaciones entre nuestro país y Chile.

Funda la prensa escolar, con el Monitor de las Escuelas. La caída de Rosas iba a suministrarle aquella coyuntura que aprovechó para transformar El Nacional, redactado antes por Mitre.

Por último, El Censor, su propia empresa, lo colocó entre los iniciadores de la más adelantada época del periodismo argentino. Median cincuenta años de tarea entre la primera y la última de sus hojas. Tarea no interrumpida, puesto que ni el desempeño de la presidencia la cortó.

De aquel estilo fragmentario proviene su característica más saliente como autor de libros. Es el escritor de los trozos selectos. Imposible encontrar en su vasta obra una pieza completa. Esta peculiaridad, unida a su vocación de novelista, que no puede satisfacer porque necesita todas sus letras para la gran obra de hacer país y que determina su predilección biográfica. En todos sus escritos resalta su idiosincrasia. Lo que más encarecen es el valor representativo del hombre como producto del medio, o sea la selección viviente de lo que es menester transformar.

Algunas como la del capitán Gauna, la de Sandes y la de Baigorria, son verdaderamente notables. Poseen el interés pintoresco de la novela de aventuras, a la par de una sorprendente penetración histórica. En su genérica brevedad, dice Leopoldo Lugones, las considera superiores a Facundo.

La obra Facundo, Civilización y Barbarie. Constituye una síntesis de la maestría literaria de Domingo Sarmiento y de su condición de político y observador del ambiente geográfico. Desde el punto de vista de la estructura de la obra, el ensayo se combina con la habilidad para narrar y la crítica sociológica. Hace referencia a la despoblación (en términos demográficos), el desierto fue visto por él en sus proyecciones sociales. Advirtió que el desierto estaba lleno de barbarie. Siete años después de haber descripto la pampa en el Facundo, la conoció con sus propios ojos. Facundo Quiroga, representa para Sarmiento el ejemplo irracional y bárbaro frente a las ventajas de la civilización europea y estadounidense. A través de Facundo, el autor realiza una crítica a la tiranía de Juan Manuel de Rosas, con lo que comparte la actitud de la mayoría de los escritores románticos contemporáneos que desarrollaron una constante oposición desde el exilio.

El Facundo constituye todo el programa de Sarmiento. Sus ideas literarias, su propaganda política, sus planes de educador, su concepto histórico. El primer escritor argentino verdaderamente digno de este nombre había nacido. La leyenda de civilización y barbarie que informa nuestro criterio histórico con credulidad servial proviene de esas páginas. Se funda además en una venganza. Quiroga debía a Sarmiento los estudios abortados, en Córdoba y Buenos Aires, y el primer destierro a Chile.

La gran obra de transformar el país, anarquizado y bárbaro, persuadido de que el progreso, sentado sobre bases éticas, brindaría la felicidad al pueblo argentino. Pero este progreso no podía elaborarse con la razón, como querían los iluministas, ni desde arriba por los decretos gubernativos, debía ser el resultado de un proceso de elaboración histórica, cuya tarea principal era educar y crear nuevas costumbres; en una palabra civilizar.

La palabra civilización, no es empleada por Sarmiento con un espíritu estrechamente materialista. Civilizar en la concepción Sarmientina era proveer lo conducente a la prosperidad de un país y al adelanto de todas las provincias, dictando leyes y reglamentos necesarios para crear un estado de derecho y promoviendo la inmigración, la construcción de ferrocarriles, la colonización de las tierras de propiedad fiscal, la introducción y establecimiento de nuevas industria, la importación de capital extranjero, etc; pero también era atender al progreso de la cultura, organizando la educación nacional y asegurando el bienestar y la libertad de todos y cada uno de los habitantes.

Explica Félix Bravo, en su libro Sarmiento, pedagogo social que hoy resulta incuestionable que la dialéctica "Civilización y Barbarie" contenía entre otros, un grave error, que consistía en explicar las luchas civiles argentinas, en términos absolutos, como un alzamiento de las campañas contra las ciudades y en concebir a los caudillos como productos del medio rural. Coincide en que frente a la civilización de las ciudades existía la barbarie de las campañas pastoras; pues si bien los promotores de la anarquía fueron militares, clérigos, doctores, hallaron en la gente perdida en el desierto la posibilidad y el aporte esencial para la formación de montoneras.

En otra de sus obras: Conflicto y armonías de las razas de América: explica el origen de nuestros males sociales desde el punto de vista étnico. Aquí sostiene la ignorancia de nuestras masas y la anarquía política, con sus consecuencias, la corrupción de las instituciones democráticas, el lento desenvolvimiento económico y la penuria cultural, que derivaban según el de dos factores: la herencia española y la mestización indígena.

También otro notable escritor, Alberdi, llega a una fórmula que recuerda sus predilecciones dogmáticas: gobernar es poblar. Y desde luego, poblar con blancos. Pero este fundamento es erróneo al no contar con el mestizo, el eterno elemento electoral, negativo de de toda democracia, que tarda siglos en dejarse absorber por la raza blanca inmigrante.

La polémica "ideal" de Sarmiento con Alberdi debe ser estimada como una coincidencia de opiniones antes de que un disentimiento sustancial. El autor de las Bases, inspirado en la teoría sobre la educación de las cosas (Rousseau), consideraba a la instrucción como un elemento ineficaz para promover el bienestar general, el cual más bien resultaría del desarrollo económico, o sea del fomento de la inmigración, de la construcción de ferrocarriles y canales navegables, etc. La diferencia asienta en que Sarmiento entendió al desarrollo económico como un medio para que cada individuo pudiera alcanzar una vida digna en la plenitud de sus posibilidades.

En la segunda parte de Conflicto (fragmento y apuntes incoordinados) afirma la superioridad moral del mundo protestante sobre el mundo católico.

Superioridad en el hábito del libre examen, el mayor cultivo de la dignidad personal, y que ofrecía las condiciones necesarias para la práctica de las instituciones libres y del régimen democrático. Al respecto aconseja tres remedios: inmigración europea, trabajo, educación pública.

Sarmiento no formula máximas, pero finca la obra del estadista en educar. Porque la educación es lo único que iguala, despecho de todos los accidentes biológicos y sociales. La inmigración, requiere de un pueblo educado para que no llegue a constituir un peligro, colonizando al país incapaz de asimilarla.


 

Otro de sus libros: Recuerdos de Provincia, más sobrio y más maduro, el mejor de Sarmiento literariamente hablando. Representan con Facundo la tentativa lograda de hacer literatura argentina, que es decir patria; puesto que la patria consiste ante todo en la formación de un espíritu nacional cuya exterioridad sensible es el idioma. En esta obra amplió la explicación refiriendo el origen de aquella obra temprana con términos que definen inequívocamente su vocación social: "Es el fruto sazonado de aquella semilla que en mi niñez asomó la escuela de San Francisco del Monte, en la campaña semibárbara de San Luis, Desde allá venía caminando en la enseñanza de escuela en escuela, hasta llegar a la normal de Versailles y a los seminarios de Prusia, que son el pináculo de la humilde profesión de maestro. La ciencia y la carrera de la enseñanza primaria me la he inventado yo, y en despecho de la indiferencia general, he traído a la América del Sur el programa entero de la educación popular".

Su último libro la Vida de Dominguito: es también un tratado de pedagogía

Sus numerosas traducciones de libros útiles, desde el texto escolar a la biografía predilecta, robustecen su concepto de literatura. Aquellos actos de humildad en escritor tan personal y fecundo, son pruebas de su abnegación patriótica. De ahí provino su idea de la convención latinoamericana para la traducción de obras, que lo llevó a Chile en 1884, enviado por Roca como plenipotenciario intelectual.

Su originalidad para escribir, proviene en gran parte de su improvisación de periodista. Es de ocurrencias más que de expresión, excepto cuando describe el medio natal. Inicia los temas sin meditación previa. "Mis escritos se arrastran al comenzar el escrito, que no adquiere vigor sino a medida que avanza, como aquellos generales a quienes la batalla misma ilumina".

CONCLUSIONES


 

Parafraseando la famosa frase de Lincoln (Gettisburg, 19 de noviembre de 1863), se puede afirmar que Sarmiento contribuyó, como no lo hizo otro, a instituir en la Argentina la educación del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.

Educación del pueblo: porque, combatiendo ciertos principios teológicos-políticos de una sociedad todavía apegada a las diferencias de clase y a la formación clerical, sostuvo que la educación era una función social. Implícito en este concepto están el derecho y el deber del pueblo de recibir educación, en igualdad de oportunidad, y la correspondiente obligación del gobierno de proveer a la satisfacción de esa necesidad, conforme al principio de la libertad de enseñanza, interpretado con mentalidad republicana y democrática. Su posición ante el problema de la libertad de enseñanza estuvo en todo momento perfectamente definido y sus opiniones al respecto fueron terminantes. He aquí como pudo decir:" Sin la más absoluta libertad de enseñanza el pensamiento quedaría estacionario y cerraría la puerta a todo progreso de civilización".

La propaganda sostenida por Sarmiento contribuyó, en alto grado, a formar el espíritu público favorable para la sanción de la ley 1420, consagratoria de los principios de obligatoriedad, gratuidad y laicidad.

Educación por el pueblo: porque propugnó la más amplia intervención popular en el gobierno de la enseñanza, su inspección y su sostenimiento. Según el, la inspección de las escuelas debía constituir una función mixta de comisiones populares, los rectores de las universidades o sus delegados, las autoridades municipales y un funcionario técnico del gobierno central, con mira a perfeccionar la enseñanza y a propagarla en la respectiva comunidad.

Educación para el pueblo: porque la doctrina pedagógica de Sarmiento está fundada en un peraltado concepto del hombre. La escuela debe ser el más formidable instrumento de redención de las masas "… démosle trazas para barruntar lo que llamamos civilización, libertad, elecciones populares, sistema representativo…" declaró: si llegan a comprenderlo una vez, desde cualquier otro nivel educativo, de la enseñanza primaria, la que comprende a la generalidad de los individuos, o sea la que favorece tanto al rico como al pobre, al habitante de las ciudades como al triste labrador de nuestros campos.

Para los argentinos actuales, Sarmiento es fundamentalmente un escritor, uno de los clásicos argentinos; para sus contemporáneos fue primordialmente el maestro, que sorpresivamente había llegado a ser presidente de la República. Tal imagen docente estaba ligada a las versiones autobiográficas más difundidas del prócer, especialmente a Recuerdos de Provincia.

En algunas oportunidades él mismo se confesó socialista, pero no basta, con su confesión para ubicarlo en la corriente ideológica que se inspira en Marx. Se desprende que utilizó el término socialismo por oposición al de individualismo. Creía en el progreso social, fundado en la libertad del espíritu, como supremo don de los pueblos.

El mayor afán de toda su vida fue educar al pueblo, en su conjunto, para que pudiéramos tener una nación libre y soberana.

La preocupación de Sarmiento por los problemas educativos, no podía quedar satisfecha con la difusión teórica de su doctrina pedagógica, por lo cual, materializó sus ideas en proyectos, en obras de auténtico carácter social, que le han valido, a su justo título, la consagración como el Maestro de América.


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 

    TRABAJOS Y CARGOS QUE OCUPÓ DOMINGO FAUSTINO SARMIENTO.


 

  • Subteniente desde 1828, en la Guerra Civil que asoló a las Provincias Unidas del Río de la Plata, combatió en la banda liberal.
  • En 1831 durante el primer gobierno bonaerense ejercido por Juan Manuel de Rosas, marchó exiliado a Chile, donde trabajó como capataz en una mina y como profesor.
  • En 1836, regresa a su ciudad natal, continúa ejerciendo la enseñanza, hasta que en 1840 tras ser hecho preso a causa de su oposición a la dictadura de Rosas, se exilió de nuevo en Chile, para fijar su residencia un año más tarde en Santiago. En esa ciudad inició su labor de periodista.
  • En 1842 fundó El Progreso y fue nombrado director de la Escuela Nacional de Preceptores.
  • En 1843, apareció su obra titulada "Mi Defensa", presentó su Memoria sobre ortografía americana (publicada años más tarde) y un año después se publicó la "Conciencia de un niño".
  • El 2 de Mayo de 1845, comenzó a aparecer en El Progreso, su Facundo, Civilización y Barbarie, un apasionado ataque contra el régimen de Rosas. El gobierno Chileno lo envió en octubre de ese año a Europa, al Norte de África y a Norteamérica, para estudiar sus sistemas educativos y la aplicación al colonialismo occidental, periplo del que resultaría años después la publicación de su obra: Viajes por Europa, África y América entre 1845 y 1847.
  • Tras permanecer en Uruguay y Brasil llegó en Mayo de 1846 a Francia, desde donde viajó a Argelia, Italia y a otros países europeos; Estados Unidos y Canadá, antes de regresar a Chile en febrero de 1848.
  • Tres años después se unió a Justo José de Urquiza en su lucha contra Rosas y en febrero de 1852 participó en la batalla de Caseros que supuso la definitiva caída de4l dictador bonaerense.
  • En 1855 regresó a su país y se instaló en la ciudad de Buenos Aires, donde ejerció como redactor jefe del diario El Nacional y como profesor de Derecho Constitucional en la Universidad Nacional. Concejal y senador de Buenos Aires.
  • En 1850 participó en la Convención Constituyente que en 1860 reformó la Constitución de 1853 para declarar la provincia de Buenos Aires parte integrante de la Confederación Argentina.
  • Desde 1862 hasta 1864 fue gobernador de la provincia de Buenos Aires.
  • Ministro plenipotenciario argentino en Estados Unidos desde 1865 hasta 1868, regresó a Buenos Aires en Agosto de ese año, tras vencer a Bartolomé Mitre, fue elegido presidente de la República, cargo que comenzó a desempeñar el 12 de octubre siguiente. Su administración fue enérgica y progresista, extendió el comercio, mejoró el transporte, favoreció la inmigración, codificó el Derecho Civil y fomentó la enseñanza como medio indispensable de lograr el desarrollo del país. Todo ello tuvo lugar al tiempo que debía enfrentarse a los problemas relacionados con el asesinato de Urquiza en 1870 y con la rebelión de Ricardo López Jordán en Entre Ríos desde 1870 hasta 1873.
  • El 12 de octubre de 1874 finalizó su mandato y fue sucedido por Nicolás Avellaneda, que había sido ministro suyo.
  • Elegido gobernador en 1875, y nombrado director General de Escuelas de la Provincia de Buenos Aires ese mismo año, reorganizó el sistema escolar.
  • En 1879 fue ministro del Interior del Gabinete precedido por Avellaneda, cargo que ejerció durante sólo un mes.
  • Dedicado fundamentalmente a la labor de periodista, entre sus últimos escritos se destacan: Conflictos y armonías de las Razas de América (1883) y La Vida de Dominguito (una biografía de su hijastro que apareció en 1886), así como numerosos ensayos dedicados a la educación.

Falleció el 11 de Setiembre de 1888, en la ciudad paraguaya de Asunción, a donde se había dirigido con el objeto de prepara un proyecto educativo para ese país, y fue enterrado en Buenos Aires.


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 

    


 

BIBLIOGRAFÍA

  • Bravo, Héctor Félix: "Sarmiento, pedagogo social". Editorial Universitaria de Buenos Aires. Buenos Aires, 1965.


     

  • Lugones, Leopoldo: "Historia de Sarmiento". Estudio Preliminar de Juan Carlos Ghiano, Academia Argentina de Letras. Buenos Aires 1988.


     

  • Noé Julié:" Domingo Faustino Sarmiento, Mi Vida, Tomo I Y II. Ángel Estrada y Cía, editores. Buenos Aires. 1938.

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